Inicio EL MEOLLO DEL ASUNTO Trump se ha ido, pero no ha terminado

Trump se ha ido, pero no ha terminado

Daniel Valles.- Es imposible no comentar en este espacio la salida del hasta ayer presidente Donald Trump. 

Es un hecho importante para el mundo, en especial para nosotros, los fronterizos que vivimos a lo largo de 3 mil kilómetros de frontera con EUA. 

Somos los que primero resentimos los efectos de las luchas por el poder que se llevan a cabo en aquel país.

El miércoles por la mañana, a las 8:30, hora de Washington, 6:30 hora local, Donald Trump, el presidente número 45 de Estados Unidos y su esposa, Melanie, abordaron el helicóptero que los habría de llevar al aeropuerto para abordar por última vez el “Air Force One”, el avión presidencial que los llevaría a Florida, donde al medio día dejó de ser el presidente oficial de EUA.

Aparentemente hubo más alegría que tristeza por el hecho. Y escribo aparentemente, porque las manifestaciones de satisfacción y no las de lo contrario, son las que se mostraron en los medios de comunicación. 

La gran mayoría contrarios desde hace cuatro años al hombre que los derrotó en 2016. No lo olvidaron.

Es cierto, el carácter y personalidad de Donald Trump no se ajusta a lo ortodoxo. Pero por eso llegó a la Casa Blanca. Porque la gente estaba harta de la gente que hasta entonces había estado en lo que ellos llaman “Capital Hill” o “el gobierno de Washington. Para referirse a los poderes de la Unión.

La gente en EUA, como en cualquier otro país, le gusta ver otra cara en sus gobernantes. Una amigable siempre. Otro tono de voz y otras palabras. Le gusta la corrección política. Lo que no fue Donald Trump.

Es cierto, su cinismo rayó en lo intolerable. Las medidas que tomó, no eran las más populares. De hecho, molestaron a millones que dejaron de recibir las subvenciones que por ocho años estuvieron recibiendo para llevar a cabo la implantación de sus ideologías y cabildeos en gobiernos propios y extranjeros.

Esa era la razón principal de la animadversión de los opositores de Donald Trump. Una oposición ideológica. E, recorte económico y la cooptación política. Lo que se exacerbó debido a la personalidad del presidente saliente. Pero eso no es todo.

Ayer miércoles no se vio y no se reportó que en EUA hay ahora 75 millones de votantes que no están contentos con la salida de su presidente. Están más que molestos porque sí, creen que su presidente fue despojado y sufrió un fraude electoral a manos del entrante y equipo.

Por el otro lado, 81 millones de votantes no estuvieron de acuerdo con Trump. La diferencia no es grande. Sólo casi un 5%. Nada más.

Y en esta cuenta de votantes, el voto electoral no cuenta. Pero como es lo que otorga el triunfo definitivo, lo menciono aquí como mero dato. 

306 vs 232 votos electorales. Ese fue el “marcador”.

Es cierto; el cambio de administración que hoy tiene el pueblo norteamericano les deja una división profunda. Como no tenían una desde la Guerra Civil, del S XIX o desde la Guerra de Vietnam, en la década de los sesenta.

La capital de EUA estuvo prácticamente blindada por la Guardia Nacional. Casi 25 mil efectivos fueron movilizados desde el pasado domingo y ayer miércoles llegaron los últimos regimientos. 

Los que se encargaron de bloquear y de colocar barricadas en las calles de Washington. Algo nunca antes visto en un evento de este tipo.

El ambiente fue y es tan álgido y tan frágil, que el viaje del presidente electo, desde Delaware, donde el presidente tiene su residencia, a la capital de la nación, que sería en tren, fue suspendido. Algo sabrían o algo quisieron evitar. 

EUA, es una nación democrática y puntera en la cultura mundial. Pero es una nación que asesina a sus presidentes.

La salida de Donald Trump del gobierno de EUA alegra a mucha gente y podrán tener razón o no. Pienso y creo que tienen razones para estar alegres. Esperan que, en los siguientes 100 días, se reviertan las políticas contrarias a sus ideologías y se reanuden las subvenciones a sus causas. 

Temas como la migración, fondos para subvencionar el aborto en el mundo y todo lo relacionado con la ideología de género, que Trump bloqueó, deberán de ser destronadas por una administración que no es simplemente de izquierda, sino de izquierda radicalísima. Ultra izquierda, se puede decir.

Misma que se encuentra lista para llevar a cabo algo que a los hombres y a las mujeres de la política norteamericana les encanta, la venganza. 

El tiempo de ajustar cuentas. “Its pay time”, como dicen en EUA.

Los siguientes días serán de mucho conflicto y confusión. Serán días en los que no se podrán confiar los que llegan, ni los que se fueron. Sobre todo, quien fue el principal huésped de la Casa Blanca. Donald Trump. Que le tienen pendiente el juicio por el asalto al capitolio, aun cuando ya no sea oficialmente presidente.

El asalto que vimos sobre el Capitolio a manos de extremistas blancos y que los demócratas y algunos republicanos culpan a Trump, como líder de lo que llaman la “Secta de Trump”, (Trump’s Cult).

Esto es algo que los demócratas no le perdonan. Hablan de llevar a cabo una fuerte y necesaria desindoctrinación, a los seguidores del “Culto Trump”.

Algo que será muy difícil de realizar. Tal vez, con buenos y justos resultados de la nueva administración se llegue a ello. Trump se va y deja la llama encendida. No ha terminado su influencia.

“We Will be back in some form”, regresaremos de alguna forma. Dijo ya cuando estaba en Florida en su discurso de despedida. Lo que fue vitoreado por la gente presente y por millones que lo vieron.

A quien escribe no le va ni le viene quién es o deja de ser presidente en una nación que no es la propia. Respeta. Sólo analiza lo que sucede. 

Le importan sí, las similitudes que hay entre quien en ese país se fue y a quien tenemos en el propio.

Qué bueno sería que el Coronavirus, se fuera así, en un día, como ayer se fue Donald Trump de la Casa Blanca. 

Mucha gente cree que el mundo será mejor. Habrá que ver si es así, he ahí El Meollo del Asunto.

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