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Cosillas Taurinas

Barrera de Sol

Por Manolo de la Laguna.- Tocaremos algunas cosillas taurinas, esperando les gusten, porque la pandemia nos trae ya muy “atolondraos”; iniciaremos escribiéndoles que hace días, después de 4 meses 4 de no vernos, nos reunimos en un restaurante, algunos de los veteranos de la vida, del coronavirus y de la cofradía de “Los Biagra”  charlando amenamente sin guardar la sana distancia, sobre cómo nos ha ido últimamente y otros muchos tópicos locales, estatales, nacionales e internacionales, hasta llegar “of course”, al toro.

En columna anterior, tocamos el tema del único torero ruso que ha habido, cuyo nombre es Ramón Karpoukhine, pasándosenos el dato de que este aspirante a torero, llegó a anunciarse como “Finito de Moscú”. Servidos.

Luego, allá en la España, del sevillano Gustavo Adolfo Becquer, el tórrido romance entre los amantes de Almería (Quique y Ana),  “Por una mirada un cielo, por una sonrisa un mundo, por un beso… yo no se lo que diera por un beso, está a todo vapor y qué bueno que lo están disfrutando en vida, porque los amantes de Teruel y de Verona, solamente se pudieron amarse en la eternidad. Si no conocen la leyenda de los amantes de Teruel, búsquenla, es muy interesante.

Pero “er” dato taurino más interesante que se trató en la charla de “Los Biagra”, fue quien diablos y cuándo se instituyó el testimonio en el ruedo, cuando se le daba la alternativa a un torero, pues antes solamente se plantaban frente a frente, el director de la lidia y el novillero a quien se le otorgaba la borla de “mataor” de toros y según la historia taurina, la cosa estuvo más o menos “ansina”:

La tarde del 26 de agosto de 1956, se dio una corrida en el Puerto de Santamaría, donde se dice por los lugareños, que quien no ha visto toros en el Puerto, no ha visto “ná”, palabras más palabras menos; Miguel Báez “Litri”, le concedió la alternativa a un torero jerezano “llamao” Juan Antonio Romero, siendo Antonio Ordoñez, el que completaba la terna.

El Maestro Ordoñez, no quiso pasar desapercibido en la ceremonia y de mutuo propio, se plantó y bien “plantao” ¡joder! en medio de sus alternantes, atestiguando así, por primera vez, cómo se otorgaba una alternativa y de allí “pal’real”, el segundo espada, siempre actúa como testigo de vista y abrazo, cuando se alternativa a un novillero, en cualquier plaza “der” mundo taurino. Vale. (Juárez Hoy)