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Aprender a desaprender el engaño político

Dr. Arturo Castro.- La política no lo es todo, parece, pero existen otros intereses importantes como vivir una vida digna, lejos de discursos emanados de la vida pública a través de la clase social protagonista. No importa el partido de origen, es un sistema que les hace comportarse igual.

No mentir, no robar, no traicionar es un discurso que emana de la Presidencia de la República, quien lo pronuncia trabaja de presidente de un país en el que el engaño ha sido cosa fácil.

Este político miente, roba y engaña como sus antecesores, se necesita no estudiar, pero sí pensar en cómo dejar de ser apáticos ante el paso de las décadas del mismo discurso esperanzador, esto no es un asunto de partidos políticos sino de hombres y mujeres que compartan los mejores deseos de la sociedad

El deseo ciudadano no estar en un estado benefactor sino en uno de bienestar social, el empleo es el garante del ingreso y con ello del gasto familiar, no se requieren dádivas ante la justicia social porque se gana día a día la oportunidad de una vida sana.

La sociedad necesita aprender a olvidar el desastre de todos los gobiernos anteriores, es la historia que se marca en los libros y en la memoria pública, es el gobierno ineficaz que se tuvo sexenio tras sexenio.

La sociedad necesita desaprender que este gobierno actual sea una gestión mesiánica como su titular lo hace parecer, es lo mismo que cuando fue jefe de gobierno del Distrito Federal, sus mañaneras, sus abrazos y besos en vez de gobernar.

Este presidente deja en duda si tiene capacidad, porque intelectual no es, para ofrecer tantos datos históricos y geográficos en sus conferencias mañaneras, se diría que cuenta con una sagacidad que pocos tienen, es un político creado en la experiencia de haber triunfado un par de veces y ser derrotado unas cuantas más.

López Obrador se ríe de sus memes que lo ridiculizan, bien hecho para un político maduro, porque este arte de la política es el arte de tragar sapos sin hacer gestos. Él todos los días los come y se le resbala fácilmente lo que sus adversarios dicen.

Este presidente es parte de los políticos que han sufrido, porque de joven  el sistema no le permitió ser candidato a gobernador de Tabasco, de ahí que decidió seguir a Cuauhtémoc Cárdenas en la rebelión priista de 1987.

Logró en el Partido de la Revolución Democrática lo que nunca hubiese hecho en el PRI, como jefe de gobierno del Distrito Federal implementó las consultas ciudadanas, las conferencias mañaneras y construyó un segundo piso en el Viaducto que, a decir de él, no le dejó ganancia pecuniaria de que arrepentirse.

Miente el presidente porque compró La Chingada, su rancho en Palenque, Chiapas; dejó el avión por la carretera con un interés personal de egocentrismo nacional, que el pueblo sepa que es de ahí. ¡Mentira, el pueblo no viaja solo trabaja para mantenerse al día!

La delincuencia es la misma desde Felipe Calderón, no es contrarrestada, existe una paranoia social y gubernamental porque no se combate eficientemente porque las partes son la misma cosa, léase la nota del presidente saludando de mano en el coronavirus a la mamá del “Chapo” Guzmán.

Debemos desaprender a rendirle pleitesía a los políticos por el hecho de recibir ciertos beneficios económicos o en especie, el populismo está en su máxima expresión, tenemos un país alejado de las relaciones internacionales porque al no hablar inglés no se quiere un traductor.

¡Hey Hitler! era un grito alemán. ¡Es un honor estar contigo! es un grito mexicano hacia la mitomanía que presenta el país, se piensa que hacer una visita a cualquier pueblo soluciona sus problemas, esa foto de un pan como sombrero es denigrante aunque sea tal vez de origen religioso.

Debemos aprender a desaprender a escuchar que la corrupción ha sido eliminada, cuando en este sexenio hay más adjudicaciones directas que antes, cuando los hijos de López son empresarios al servicio del Estado, tal y como lo hicieron los hijos de Martha Sahagún.

Que el presidente de México sea suegro de una ex miss Venezuela no le mete ruido a su familia, pero sí a su gobierno, porque esa vida socialité cuesta en un mes lo que gana un obrero en toda su vida.

Aprender a desaprender lo malo de la vida pública es un reto interesante, es construir una nueva visión de la vida social sin mentiras ni cortapisas, es tener la hora correcta a la pregunta de qué horas son. Lamento hablar del presidente de México porque él se dice que es el todo por el todo.

Es un todo que va a terminar en nada, la mentira es un pecado que lo llevará al infierno, su jueguito a dirigir un país debe llevarnos a una mayor conciencia ciudadana, de mejorar la decisión electoral y no votar a favor o en contra solo por aquel sentimiento personal de la vida de cada quien.

La corrupción no se elimina de un plumazo, el sistema invita y convierte a la traición nacional en una tentadora insinuación.