Tras la revolución mexicana y el gobierno de algunos de sus caudillos, en México se estableció un sistema de gobierno presidencialista, civil, con división de poderes y elección democrática. Pese a esto, hoy en día un sector de la población preferiría vivir bajo un sistema de gobierno distinto al actual.
Según la Encuesta Nacional de Cultura Cívica (ENCUCI), del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), un 40% de sus encuestados está muy de acuerdo o algo de acuerdo en tener un gobierno encabezado por militares.
De este porcentaje de la población de 15 años o más, 16.6% está “muy de acuerdo” con un gobierno encabezado por militares, mientras 23.5% expresó estar “algo de acuerdo”. De los hombres encuestados, un 16.9% manifestó estar “muy de acuerdo” con dicho tipo de gobierno y un 22.5 solamente “algo de acuerdo”.
En el caso de las mujeres, los porcentajes fue 16.3% y 24.4% para “muy de acuerdo” y “algo de acuerdo” respectivamente. En cuestión de edades, esta perspectiva estuvo particularmente presente entre las personas de 18 y 19 años, con un 20.8% “muy de acuerdo” y 30% “algo de acuerdo”.
Según el INEGI, la ENCUCI recaba información relevante sobre los valores y prácticas ciudadanas con la finalidad de entender el involucramiento de la ciudadanía en los asuntos públicos. También para conocer las características de la cultura cívica de los mexicanos y su ejercicio de la ciudadanía. El objetivo final es diseñar estrategias para promover la participación y la interacción constructiva entre autoridades e instituciones.
En América Latina, durante la segunda mitad del siglo XX, muchos países pasaron por la experiencia de los regímenes militares. Tal fue el caso de Argentina, Bolivia, Uruguay, Chile, Paraguay, República Dominicana, Perú, Ecuador, Colombia, Nicaragua, Brasil, Venezuela; mientras España y Portugal en Europa tuvieron experiencias similares.
En términos generales, todos estos regímenes se constituyeron como dictaduras militares, con un gobierno autoritario donde las fuerzas armadas controlaron, en mayor o menor medida, los poderes ejecutivo, legislativo y judicial. Durante estas dictaduras, los militares impidieron cualquier forma de control democrático y social, lo que condujo a graves violaciones de los derechos humanos.
Después del golpe de Estado de 1976, en Argentina se instauró la dictadura militar conocida como Proceso de reorganización nacional, hasta la transición a la democracia en 1983. Este Estado burocrático-autoritario se caracterizó por ejercer sistemáticamente el terrorismo de Estado, por la desaparición de personas y el robo de bebés. Otro ejemplo es el caso de la dictadura chilena encabezada por Augusto Pinochet, que duró entre 1973 y 1990. Durante este régimen se estiman al menos 28 259 víctimas de prisión política y tortura, aunado a muchos otras personas ejecutadas y detenidos desaparecidos.
Ante tales experiencias históricas, resulta preocupante que un 40% de los mexicanos encuestados por el Inegi se muestre de acuerdo con tener un gobierno encabezado por militares. Como suele decirse, la mejor manera de no repetir la historia es conocerla, por lo cual es crucial el diseño de mejores estrategias para acercar a los mexicanos con valores cívicos democráticos y de respeto a los derechos humanos.
NotiPress