Daniel Valles.- Hablar de corrupción en México es como hablar del reporte del tiempo. Todos los días hay novedades y todos los días varía. Siempre hay algo nuevo qué contar o qué decir al respecto.
Es una desgracia en sí misma. Sea que se hable de falta de insumos en los hospitales para que los médicos combatan la pandemia del Coronavirus o sea que se trate de la extracción de petróleo en Pemex. o como le comenté ayer, en el programa cumbre de esta administración, llamado Sembrando Vida.
La corrupción está presente, es constante, ha desarrollado un sistema que está aquí desde antes que las generaciones actuales de mexicanos estuviéramos en el país. Es decir, antes que todos nosotros.
Es como si todos nos hubiéramos corrompido y no hubiera ni uno justo. Nadie que haga lo correcto. La corrupción para que se dé, debe de cumplir con determinadas características y tener algunos elementos o componentes. Sí, así como lo oye.
Por ejemplo, la corrupción nunca es accidental. No surge de pronto y de la nada. El acto corrupto se prepara, se medita, se lleva a cabo, necesita casi siempre de dos o más personas involucradas.
El acto corrupto siempre involucra un abuso de la posición que se ostenta. Por lo mismo, desde el más encumbrado funcionario hasta lo más bajo del escalafón, quien abusa de su posición para beneficio propio, comete un acto de corrupción, cualquiera que éste sea.
Transparencia Internacional así define la corrupción, como el abuso del poder otorgado a una persona para beneficio propio. Por lo mismo, el tercer componente o elemento demanda que exista un abuso de la posición que se tiene. Para la que uno fue contratado o que le ha sido asignada por la naturaleza, como la de padre o madre de familia, por ejemplo.
Por último, debe haber una ganancia privada. Y aquí puede ser tan variada como gustos o preferencias tenga la persona corrupta. Puede ser dinero, propiedades, posiciones, gratificaciones sexuales de todo tipo, satisfacciones culinarias, viajes, ropa etc. Justificar ausencias al trabajo con base en engaños o mentiras. Tener casa grande y casa chica, etc.
Los actos de corrupción son tan variados como preferencias tengan las personas. Realmente tendríamos que hacer un examen muy concienzudo para determinar si no caemos en alguno de estos puntos. Y entonces.
Le comento los siguientes dos motivos. El primero, porque el informe que ayer le comenté, La Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental (ENCIG) 2019, es muy clara: La tasa de corrupción se incrementó de 14 mil 635 víctimas por cada 100,000 habitantes en 2017, a 15 mil 732 en 2019. Más de mil personas
Por su parte, la tasa de incidencia pasó de 25 mil 541 actos de corrupción por cada 100,000 habitantes en 2017 a 30 mil 456 en 2019. Cinco mil actos más.
Pero eso no es todo. Cifras de la ENCIG demuestran que durante el año pasado más de 3.3 millones de mexicanos tuvieron que desembolsar en promedio 3 mil 822 pesos para agilizar un servicio que solicitaron al gobierno. Me refiero al gobierno de la 4T y a los demás. El costo de la corrupción, sólo en este renglón, fue de 12 mil 770 millones de pesos.
La encuesta indica que los trámites que más costo por corrupción generaron fueron los relacionados con la educación pública como inscripciones, becas educativas, cambios de escuela, obtención de certificados o calificaciones, ya que las 76 mil 595 personas que entregaron dinero a cambio de un servicio, desembolsaron en promedio 2 mil 75 pesos.
Eso dice el Inegi. No es el reporte de un conservador fifí, enemigo de la 4T o algún periodista “chayotero”. A propósito, esto es una forma de corrupción. Llamarles así, generalizar, acusar sin pruebas. Se llama calumnia. Y se asemeja a aquel grito que se escuchaba en los estadios de fútbol y que tanto molestaba a las personas de diversas preferencias.
Pero así es como gustan de llamar “nuestro ya no tan querido presidente” y sus seguidores incondicionales a todas las personas que los cuestionamos o que no estamos de acuerdo con sus datos particulares.
La ENCIG muestra datos de corrupción en todo tipo de trámites en oficinas de gobierno, Registro Civil y Seguridad Pública, donde solo en este rubro el costo por persona fue de mil 294 pesos, en promedio.
En cuanto a instituciones, las más corruptas son las encargadas de dar seguridad y las de representación política, situación que evidencia las carencias de ambos sistemas en el país.
“Según la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental, las personas entrevistadas respondieron que las policías son las corporaciones con mayor corrupción en su interior, ya que el 96 por ciento dijo que esta práctica se da de manera poco frecuente, frecuente o muy frecuente.
En segundo lugar se encuentran los partidos políticos, con un porcentaje del 94 por ciento, que es lo mismo que antes de la 4T. Lo que me lleva al segundo punto.
El Jefe del Ejecutivo Federal establece que: “el año entrante, la gente votaría si quiere que regrese la corrupción, el conservadurismo y los privilegios”. ¿Qué quiso decir “nuestro ya no tan querido presidente”? ¿Qué la corrupción se fue del país? La ENCIG llevada a cabo por su gobierno, lo contradice.
Tal vez don Andrés en su imaginario cree que la corrupción se fue. Lo que no ha sucedido como se demuestra en la encuesta de su gobierno.
La gente que lo sigue, se empeña en defender lo indefendible. Y millones que votaron por él en 2018, se han dado cuenta del fraude por el que votaron, del engaño que ahora viven y se han desencantado. Tanto, que la popularidad de don Andrés ha caído en más de 40 puntos porcentuales.
Así pues, no hay variedad en cuanto a lo sucedido durante el sexenio anterior, o el anterior o el anterior. Solo los montos pueden variar, pero todo está igual, todo es lo mismo. No hay cuarta transformación. Solamente transformación de cuarta.