Inicio LA OTRA NORMALIDAD Y el tiempo se detuvo

Y el tiempo se detuvo

Jorge Quintana.- Desde marzo del año pasado, cuando empezamos el aislamiento por la pandemia, también se presentaron una serie de eventos en nuestras vidas, de tal forma que sentimos que el tiempo se detenía.

Comenzamos a pensar más en los nuestros, a sentir miedo al contacto personal, tomamos medidas para evitar el contagio y nos encerramos en casa, esperando que el encierro fuera solo unas semanas, si acaso, meses. Pero el aislamiento se prolongó por mucho tiempo y las relaciones humanas se complicaron para todos.

El aislamiento acentuó los conflictos familiares y en otras ocasiones mejoró el entorno y el ambiente hogareño, los niños experimentaron drásticos cambios en sus rutinas diarias y el aislamiento generó en ellos conductas difíciles de explicar, en una situación normal, regular.

Pero a medida que fueron avanzando las medidas sanitarias que las autoridades y nosotros mismos implementamos, la realidad fue mejorando, pero no regresamos a la normalidad, a la normalidad que tenían nuestras vidas antes de la pandemia, sino a una realidad diferente que nos ha obligado a adoptar nuevos patrones de relaciones humanas.

Aun cuando nos pretendan engañar con cambios en un esquema muy poco acertado, como es el semáforo sanitario, la vida cotidiana es otra, las formas de asumir los retos que ahora enfrentamos todos en la convivencia social, nos hace estar alerta siempre y el aseo de manos y el cubrebocas o mascarilla son parte de nuestra nueva costumbre y de la indumentaria permanente.

Parece que esta otra realidad o normalidad se construyó para un guion de película futurista, como las que empezaron a surgir en la última década, presagiando los sucesos de estos dos años recientes.

Si reflexionamos por unos momentos, pareciera que el tiempo se detuvo y que solo estamos viviendo una experiencia cinematográfica, de la cual saldremos al dejar la sala de cine.

Pero el tiempo se detuvo, la economía no mejora, la sociedad sigue preguntando por los avances del país, la inflación sigue creciendo aunque lo nieguen las autoridades y la ciencia, la educación y la vida escolar se detuvieron, experimentan un retroceso no solo por la pandemia, sino también por la falta de recursos económicos y financieros.

Estamos, pues, en una normalidad muy triste, demasiado estrés social, incertidumbre, y para acabar de empeorar, en una ciudad destruida y derrumbada en sus arterias principales, bajo una creciente violencia, sin rumbo fijo, pero algunos se vanaglorian de los resultados de su gobierno, como que también ellos viven en otra realidad.

Esperemos que el tiempo y las circunstancias cambien, para bien de todos, no vamos a volver la normalidad de antes, pero queremos una normalidad más tranquila, estable y pacífica. Quizá en algunos años recordaremos con tristeza y pesar el año en que el tiempo se detuvo.

Esperemos que el tiempo nos tenga una respuesta de esperanza en el futuro y que lo que estamos pasando solo sea una pesadilla temporal. Que el futuro sea mejor para todos, pleno de humanismo y de paz.

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