Daniel Valles.- Los índices de violencia que tenemos en el país fueron dados a conocer el pasado lunes por el inquilino principal del Palacio Nacional, nuestro presidente. Como en todos los datos y reportes que hacer el señor, trata de que no se escuchen de manera negativa. Se esfuerza.
Sin embargo, a pesar de los eufemismos que siempre usa para dar a conocer sus “otros datos”, es difícil desviar la atención de la gente que con acuciosidad sigue los mismos con regularidad.
El presidente López Obrador reconoció que, en algunos estados del país, “no se ha podido disminuir la incidencia delictiva pese a la presencia de la Guardia Nacional, por lo que su Gobierno evalúa mandar más elementos”, dijo. Ya no habló de enviar abrazos, sino elementos.
Indicó que las entidades que concentran más del 50 por ciento de homicidios dolosos son Guanajuato, Baja California, Jalisco, Estado de México, Michoacán y Chihuahua, según el informe de seguridad.
Para quienes tenemos años comentando, reporteando y escribiendo sobre este tema, no es nada nuevo el que esos estados sean los protagonistas de los hechos violentos que se registran en el país.
Son ya muchos, muchos años que así se registra y son muchos, muchos comentarios de las diferentes personas que atienden el tema de la violencia. Siempre repiten los mismos argumentos y las mismas razones para tratar de que no se vean sobrepasados por la delincuencia organizada y la no tanto.
Por ejemplo: Hace 28 años, en 1993, de acuerdo a mi base de datos sobre el tema, Ciudad Juárez, ocupaba ya el segundo lugar a nivel nacional en asesinatos con 175 y 215 en 1994. El primer lugar lo ocupaba el entonces D.F. con 266 asesinatos por arma de fuego. En 1995, el 60% de los asesinatos que para septiembre y octubre sumaban en Juárez, 160, eran cometidos por menores de edad y el presupuesto para combatir la violencia se elevaba 60% ese año.
En contraste, ante lo informado por el presidente, el secretario de Seguridad Pública Estatal de Chihuahua, Emilio García Ruiz, dijo que, “es necesaria la presencia de investigadores del fuero federal en el estado y específicamente en esta frontera, ya que los elementos de la Guardia Nacional (GN) que se encuentran aquí, aparte de que son pocos, realizan solo patrullaje preventivo, al igual que la SSPE y la Secretaría de Seguridad Pública Municipal (SSPM).
Si bien es cierto, agregó, que nosotros estamos haciendo un esfuerzo para contener los homicidios, también es cierto que nos hace falta un ingrediente, nos hacen falta investigadores del fuero federal, que estén investigando delincuencia organizada y estén integrando carpetas de homicidios”, recalcó.
Esta declaración es igual a la emitida desde Palacio Nacional por el presidente. Una en la que se hace el esfuerzo para no verse mal, pero es inútil. No se logra el propósito. Ni uno ni el otro lo logran. Es lo mismo que han dicho todos los anteriores por los últimos treinta años.
Hablan de más dinero, de más elementos, de más acciones conjuntas para el combate del crimen. De jurisdicciones. Y es cierto, hace falta eso y eso, es todo lo que saben y pueden decir.
Pero hacen falta acciones y elementos que vayan en otra dirección y usen otros métodos. Unos que el presidente ha mencionado en sus mensajes, pero que, a la hora de accionarlos, se quedan faltos y carentes porque no saben el cómo y menos, el con qué hacerlo.
El problema es el mensaje. Pero también está en el mensajero, porque no tienen claro el método. Mire: Culpar a la pobreza como la causa, es no tener claro el problema. La pobreza no es la principal causa de la delincuencia, sí la disfunción de la familia, dice Luis Pazos. La mayoría de delincuentes provienen de familias donde no hubo cariño por parte de los padres, no de hogares pobres. Y hoy, nadie está a salvo.
Los políticos y los jefes de la policía hablan mucho de planes y acciones contra la violencia. Lo que está claro es que, ante el resquebrajamiento de la familia, de la comunidad, del tejido social, etc, ni los políticos, ni los jefes de las policías y ni los medios de comunicación saben qué hacer.
Los mensajeros no tienen ni idea que la multiplicación del crimen que vemos, como le he comentado antes, viene como producto de la pérdida de principios y valores morales que son absolutos. Esto lo dicen, lo creen conocer, pero no actúan en consecuencia.
Afirmo que, si falta una fe fuerte o un sentido igualmente fuerte de autoestima, o valores morales fuertes, la mayoría de la gente aceptan falsos o peor, antivalores. Toma cuarenta años en promedio el que una sociedad transforme su manera de ser, de pensar, de actuar, de valorar las cosas. Y ya ha transcurrido un tiempo así, sin que el problema de la violencia se resuelva.
Vemos que lo que se hace no es lo adecuado y que está perfectamente mal. Como el maquillar las cifras y los reportes sobre la violencia que sufrimos. Así hizo en la mima conferencia del pasado lunes, en Palacio Nacional la secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez. Ella reportó que los homicidios dolosos disminuyeron 5.3 por ciento en febrero, respecto al mismo mes del año pasado, lo que es cierto.
“Febrero de 2021 ha sido el mes de toda la Administración con menos víctimas de homicidios dolosos. Disminuyó 5.3 por ciento respecto al mismo mes del año anterior (…) La estrategia de reforzar el despliegue de la Guardia Nacional nos ha permitido obtener mejores resultados”, señaló en conferencia matutina. Y es cierto.
Sólo qué, si miramos en retrospectiva, durante 2020 hubo 967 feminicidios, solamente dos menos que en 2019, con un promedio de 3 casos registrados cada día. Ese indicador se ha mantenido desde 2018 y la proyección no indica que el escenario para las mujeres en el país vaya a mejorar.
Con respecto a otros delitos, el análisis de los datos disponibles indica que el registro de casos de narcomenudeo incrementó 9.2% de 2019 a 2020. De continuar con la tendencia, se espera que al finalizar el 2021 se registren un total de 83,943 casos de narcomenudeo, lo que representaría una tasa de 65 casos por cada cien mil habitantes y un total de 230 casos diarios.
Pero hubo cuyas cifras cayeron: el registro de los secuestros disminuyó 56% de enero de 2020 a enero de 2021 y que los registros de extorsión también tuvieron una disminución de 16% en este periodo.
En tanto, los registros de robo con violencia y de robo de vehículo con violencia tuvieron una disminución de 22% de enero de 2020 a enero de 2021. Estos son datos de la investigadora Nadia Sanders (@sandersmx), periodista de investigación egresada de la UAM.
Ella termina su artículo preguntándose: “por qué los homicidios dolosos en la Ciudad de México se redujeron un 26%, pero los homicidios culposos (no intencionales) crecieron en una proporción similar (24%) durante enero de 2021 en comparación con el primer mes de 2020”.
Don presidente dice en sus datos, que la violencia bajó, pero no, no bajó. Se metió a las casas de la gente. Como hicimos las personas. Y ahí fue donde vinieron a repercutir la falta de políticas públicas, de métodos y sistemas que auxilien a la gente a vivir con mejor calidad.
La violencia no ha disminuido, que no le engañen o se deje marear con cifras maquilladas. Para combatir y bajar los índices de inseguridad y la violencia que vivimos, se requiere sí de armamento, acciones policiales, pero de una voluntad “supracósmica” para lograr vencer a quienes la originan: las personas. Que son, El Meollo del Asunto.