Estados Unidos.- El presidente Donald Trump acudió el martes al epicentro del más reciente estallido en torno a la injusticia racial y se puso del lado de las fuerzas de seguridad, culpando al “terrorismo interno” por los hechos de violencia registrados en Kenosha, Wisconsin, y sin hacer referencia a la causa subyacente de la molestia y las protestas: que otro hombre de raza negra fuera baleado por la policía.
Trump declaró que la violencia era “antiestadounidense”. No mencionó a Jacob Blake, quien quedó gravemente herido la semana pasada en Kenosha.
Poco después de llegar a la ciudad —una visita que el mandatario realizó pese a las objeciones de los mandatarios locales y estatales_, Trump recorrió los restos calcinados de una manzana asediada por la violencia y el fuego. Con el olor del humo aún en el aire, habló con los propietarios de una tienda de siglos de antigüedad que había sido destruida y siguió vinculando la violencia con los demócratas, responsabilizando a aquellos a cargo de Kenosha y Wisconsin, y planteando advertencias apocalípticas si sus opositores llegan a la Casa Blanca.
“Estos no son actos de una protesta pacífica, sino realmente de terrorismo interno”, dijo Trump. También criticó a los demócratas por no aceptar de manera inmediata su oferta de ayuda federal, afirmando que “simplemente no quieren que vengamos aquí. Estos gobernadores no quieren llamar y los alcaldes tampoco. Tienen que pedirlo”.
La ciudad ha sido escenario de protestas desde el 23 de agosto, cuando Blake fue baleado siete veces en la espalda por la policía mientras se estaba subiendo a un vehículo y los agentes trataban de arrestarlo. Las protestas se han concentrado en una pequeña zona de Kenosha. Si bien hubo más de 30 incendios provocados en las primeras tres noches, la situación se ha calmado desde entonces.