Daniel Valles.- Se puede vencer la corrupción Claro que se puede. La pandemia del Covid pasará, volveremos a la “normalidad”, la que se verá alterada por este virus que nos ha recluido.
Todos somos la generación de “pandemials”. Todos habremos aprendido a valorar la vida, el aire, la salud, la familia. Sabemos todos que la corrupción no es un mal exclusivo de políticos y gobiernos. Está presente en la gente de manera general. La corrupción está en todos.
Somos las personas las que nutrimos de personas para las plazas que tienen tanto los gobiernos como las instituciones oficiales como empresariales, comerciales, educativas. El mundo es el resultado de la totalidad de lo que somos todos nosotros. Sin embargo, no se puede y no se debe generalizar. Claro.
Existen muchas excepciones a la regla. Sin embargo, el que los hechos de corrupción vengan de donde vengan dañan a la totalidad de la población. Daña en general a la gente que forma y conforma comunidades, ciudades, empresas, gobiernos, países.
Edmundo González Lliaca afirma que: “la corrupción es expansiva, multiplicadora y dinámica”. Le atribuye una cualidad innata: la omnipresencia, por lo que contagiaría a la sociedad, a las instituciones, al individuo.
Avanza Sin Tranza, el programa nacional que dirijo´, tiene un propósito fundamental: Promover eventos de capacitación que generen tres elementos necesarios para provocar y producir una conducta más que honesta en la sociedad. ¿Para qué? Para que podamos ser MÁS que honrados: Ser personas íntegras.
Estos elementos son: Convicción, Carácter y Compromiso, sin los cuales las personas somos como “hojas movidas por vientos diversos.”
El programa está ya en 13 municipios y en 5 estados de la república, siendo la ciudad de Puebla la más recientemente agregada al proyecto nacional.
Antes de que la pandemia iniciara el comité estatal conformado por quince personas que se capacitaron quedó confirmado. Todos han firmado un acuerdo para vivir conforme a estos elementos que menciono: convicción, carácter y compromiso.
Con este paso y en cuanto la pandemia cese, esperamos permear en las diversas esferas en que la sociedad se divide y buscar la respuesta a la pregunta que lanzó hace un par de años el periodista Michael Skapinker, del “Financial Times”:
El periodista preguntó a todos y al mismo tiempo se pregunta a sí mismo: “¿Por qué las empresas hacen cosas malas? ¿Por qué las empresas gastan tanto tiempo y dinero prometiendo ser buenos y hacen cosas malas? ¿Se debe a que esas promesas son pura hipocresía?”
No. Se auto-contesta. “Muchos, quizá la mayoría de los líderes hacen esas promesas en serio y solo un pequeño número de empresas, como la de Bernard Madoff, están totalmente podridas en la cumbre”.
Skapinker hizo referencia al escándalo financiero por evasión de impuestos de hace unos años del banco suizo HSBC, lo que fue visto en el mundo y al interior del banco como un mal comportamiento del personal del banco. Stuart Gulliver, su presidente entonces, calificó el hecho como vergonzoso.
Como sabemos, la banca suiza se caracterizó siempre por su estabilidad, privacidad y protección de los activos e información de sus clientes. Perdió el estatus.
La tradición de secreto bancario suizo que data de tiempos medievales es reconocida en el mundo entero. Ya no tanto. La corrupción lo dañó gravemente.
En Suiza se concentran un tercio de los depósitos bancarios de la gente adinerada del mundo. Todos los bancos en Suiza están regulados por la Autoridad Federal Supervisora del Mercado Bancario Suizo (FINMA), que ejerce su autoridad por medio de una serie de leyes federales.
Ahora, con un hecho de corrupción como el que se supo, el banco perdió grandes cantidades de dinero hace tres años.
Entonces, la corrupción, que es mala para los negocios, aun así se lleva a cabo. Por eso Skapiner se pregunta, ¿Por qué? “Pues No existe una sola razón por la que las empresas que emplean a muchas personas decentes caigan en desgracia”, dice.
En México sabemos mucho de corrupción. En los índices de Transparencia Internacional ocupamos el lugar 130 entre los 180 países de la OCDE. No así Suiza, que ocupa el 4to.
La respuesta que Skapiner y mucha gente tarda en comprender se encuentra en la elección individual no instintiva de cada persona. Es decir: en una libre elección del individuo o en su libre albedrío. Elección que trata de libertad individual, sí, pero para elegir no actuar bajo la presión de los demás y ser corrupto solo porque todos lo hacen.
Trata del momento cuando uno decide el hacer lo correcto y sabe qué es lo que a uno más le conviene. El hacer lo que sabemos es lo correcto.
Avanza sin tranza enfatiza eso mismo; hacer lo correcto por la razón correcta. Y sabemos que es entonces que se actúa con libertad plena. Cuando rechaza la corrupción por medio de una decisión libre, consciente, meditada, voluntaria, que le genera hábitos libres de corrupción.
Espero a que la pandemia termine, para retomar la labor de transformar el país, con estos conceptos nada populares, pero bien pragmáticos y eficaces. ¡Hasta entonces!
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