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Una tormenta llamada Covid

Daniel Valles.- Después de la tormenta viene la calma. Este es un dicho entre los marineros que se ha aplicado por las personas que vivimos en tierra firme infinidad de veces.

En el mar funciona, en la tierra firme no siempre. ¿Por qué? Porque en tierra firme quedan las evidencias del paso de la tormenta y en el mar no se ve nada más que el mar.

La tormenta o pandemia por el coronavirus no termina de pasar, pero ya se notan los estragos que ha causado a su paso. Y repito, no termina de pasar. Ya hasta se habla de rebrote, como si el brote primero se hubiere controlado, lo que para nada ha sucedido. ¿Se refieren a otra cepa? ¡Sepa!

Esto no ha pasado ni en el más salvaje de los sueños de mi buen amigo y compañero de muchos años, Sergio Armendáriz, a quien puede escuchar contar su sueño semanal, todos los viernes, por ahí de las 9:30 am, en el cotilleo político que desarrollamos todos los viernes en una estación radial local.

Así pues, la calma no viene, ni la tormenta ha pasado. Pero los daños ocasionados por ésta, algunos son invisibles, metafísicos, otros tan palpables como el que hay millones de desempleados en el país, otros aparecen y se hacen visibles conforme pasan los días y llegan las mañanas y tardes con sus afanes.

A finales de mes casi será el regreso a clases para millones de alumnos de todos los grados académicos. Desde pre-primaria hasta universidad. Todos regresan a clases de manera virtual.

Algunas universidades están mejor preparadas que otras, pero todo el sistema de preparatoria hacia abajo no está ni remotamente preparado para atender a la gran cantidad de alumnos que existen en el país, algo así como más de 30 millones, de acuerdo a la SEP. Los problemas que se presentan estoy seguro que ni la misma SEP los ha vislumbrado.

Sí, se han aliado cuatro grandes consorcios televisivos para llevar a cabo las grabaciones de las clases de las diferentes materias para todos los grados académicos, lo que de entrada no es nada sencillo y requiere de una gran logística. Lo que a los mexicanos se nos da muy bien, cuando queremos.

Los problemas de horarios, certificaciones, atención a los alumnos, tareas, etc, son complejos y demandan un entrenamiento que nadie tiene. La tormenta que vivimos del coronavirus salió de la nada. 

Resolver los de por sí complejos problemas que se presentaban diariamente en el sistema que conocimos antes de la tormenta eran frecuentes y muy constantes.

En los hogares existirían al menos una serie de ellos, entre los que pueden ser los principales se encuentran el de la atención que deben dedicar los estudiantes de pre-primaria, primaria y secundaria. El resto, ya está encaminado y no necesita supervisión constante. De éste se generan una serie de subproductos que son hasta tediosos de nombrar, pero generan estrés y conflictos.

Otro es el de los alumnos que siempre han asistido a las escuelas particulares, las de paga, como se dice. ¿Por qué? Porque tampoco estaban preparadas para lo que la tormenta del Covid ha generado.

Falta de recursos económicos. Por cualquiera que sea la causa. La clase media, toda, tiene problemas económicos. Serán muy pocos quienes no hayan visto mermados sus ingresos, lo que les ha puesto en la situación de estar viviendo de sus ahorros, que no son eternos.

De acuerdo al censo de población de 2010, los resultados obtenidos al término de la primera década del siglo XXI muestran que en 42.4% de los hogares en donde vive  39.2% de la población total del país son de clase media. Por su parte, 2.5% de los hogares son de clase alta viviendo en ellos 1.7% de la población del país, mientras que en el otro lado del espectro social se tiene al 55.1% de los hogares donde desarrolla su vida 59.1% de la población mexicana. 

El próximo año tendremos los resultados no muy confiables del censo que se acaba de levantar en marzo y abril pasados.

Debido a los estragos de la tormenta, la gran mayoría de los estudiantes de clase media migrarán de las escuelas particulares a las escuelas de gobierno, las que no tienen capacidad, aunque el gobierno dice que sí la tiene. 

Ya sabemos que este régimen, si juegan al dominó, no pasan ni con la mula de seises ahorcada. Así son. Y no muy diferentes de los anteriores.

María Luisa Flores del Valle, presidenta de la Alianza para la Educación Superior, prevé que la matrícula caiga 40% en este  nivel, lo que llevaría al cierre de planteles.

Leonardo García, presidente de la Unión Nacional de Padres de Familia, calcula que 800 mil alumnos migrarían al sistema público, sector que está saturado. Pidió al gobierno dar facilidades fiscales a los colegios privados.

Aseguró que a pesar de que el gobierno federal diga que puede recibir la ola de alumnos de escuelas privadas, no hay capacidad para hacerlo.

Lo anterior aparece publicado este miércoles 5 de agosto en el diario Excélsior en un reportaje de Laura Toribio, reportera.

¿Desaparecerá el sistema educativo privado o particular? Lo más probable es que muchas de estas escuelas, colegios y universidades sí desaparecerán con la tormenta, pues no hay visos de que vayan a recibir algún tipo de ayuda federal.

Hacen ya malabares para tratar de conservar a los alumnos. Difícil tarea tienen. Casi imposible. No resistirán el embate ante las carencias que ya empiezan a sentir. Le sucederá lo mismo que a la clase media, que es a la que sirven. Son las instituciones más afectadas.

Habrá otras que ganen con la pérdida. Las universidades y escuelas que el actual régimen está formando o dice que formó. Escuelas que han tomado forma al vapor o al más puro estilo mexicano de la improvisación. 

Como siempre ha sido, la gente es la que sufre las consecuencias de las desgracias. Sobre todo, cuando no hay sensibilidad humana en quienes dirigen los destinos de la gente. Siendo esto, El Meollo del Asunto.