Raúl Ruiz.- A Apolonia la torturaron extrayéndole los dientes y las muelas, lentamente, una por una, y con ese martirio luego ganó canonización y ahora es santa. Santa de los dentistas. A Laurentius de Roma, lo martirizaron a fuego lento sobre una parrilla; usted lo conoce como San Lorenzo, santo patrón de Ciudad Juárez.
Tomás Moro, en 1534 se negó a firmar el Acta de Supremacía que representaba un repudio a la supremacía papal. El acta establecía condena a quienes no la aceptaran y el 17 de abril del mismo año, Moro fue encarcelado hasta ser decapitado el 6 de julio de 1535. Ahora es santo. Santo de los abogados.
María Eugenia Campos, panista, precandidata a la gubernatura en Chihuahua, es acusada de corrupción por el gobernador Corral, por cierto, de su propio partido y perseguida incansablemente por este caso, por sus adversarios de Morena y Movimiento Ciudadano, como si hubiese matado una docena de niños y se los hubiera comido en salsa verde o cualquier otro delito de lesa humanidad.
Aclaro que, de ser culpable, debe pagar ante la ley su crimen, por mínimo que haya sido. Ese no es el punto. Llama la atención que la furia con la que se le embiste, se sale de proporción.
Diputados morenos, dirigentes de partido, aspirantes a candidaturas y hasta abogados sacados de las más recónditas e insondables bóvedas jurídicas, exigen su enjuiciamiento e incineración inmediata en la hoguera, cual bruja de Salem.
El martirio POLÍTICO, in crescendo, y los enceguecidos adversarios no lo han notado. La han hecho crecer; la gente se identifica con los más débiles, con los desvalidos, con los abusados.
Y aunque pudiese estar implicada en algo sucio, pegarle con tal saña y furor, con el solo propósito de descarrilar su proyecto rumbo a la gubernatura, le genera simpatías. Esto puede revertirles la intención y hacerla ganadora. ¡Nomamespancho! ¡Despierten!
Se les olvida que hay otros aparentemente implicados en los famosos expedientes X y contra ellos no hay tanta rabia. Solo menciones de pasadita.