Soc. Omar Jesús Gómez Graterol.- El pasado lunes 22 de septiembre, en las instalaciones de la “Fundación del Empresariado Chihuahuense” (FECHAC), representantes de la “Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados” (ACNUR), de la sede de Ciudad Juárez, efectuaron una presentación acerca del “Monitoreo de Protección del 2025” referido a la población refugiada, solicitante de asilo y en contexto de movilidad.
Expusieron al público los resultados de esta herramienta –desarrollada por dicho organismo– para identificar las necesidades de resguardo, planeación de respuestas, además de apoyo a las iniciativas operativas y esfuerzos de incidencia dirigidos a fortalecer los espacios de cuidado para los “refugiados” y “migrantes”.
El estudio abordó 3016 entrevistados de ambos sexos, provenientes de más de 15 países, en asentamientos como Ciudad de México, Ciudad Juárez, Ecatepec, Monterrey, Piedras Negras, Tapachula, Tijuana, Reynosa, Saltillo, Suchiate y Villa Hermosa.
Para sus autores fue inevitable formular una suerte de marco conceptual con el objetivo de discernir desde la óptica nacional e internacional a qué grupo pertenecen quienes se movilizan en la actualidad. Lo que, lejos de constituir una actividad discriminatoria, facilita brindar la ayuda adecuada a cada individuo y sus acompañantes de acuerdo a las condiciones particulares.
Por lo señalado, se basaron en tres conceptos claves para interpretar convenientemente estas tendencias demográficas de la realidad contemporánea.
1) Migrante: entendido como aquel se traslada fuera de su área de residencia habitual, pudiendo moverse en el interior de su país o cruzar una frontera internacional, siendo su desplazamiento temporal o permanente y cuenta con la opción de regresar a su punto de partida, así como de recibir protección de su gobierno.
2) La Persona Refugiada: alude a la que se marcha de su país motivado por la guerra, violencia y/o persecución, por lo cual no goza de la posibilidad de retornar a su patria o de algún amparo, temiendo así por su integridad.
3) La Persona Desplazada (Interna): concierne a quien huye dentro de su país debido a conflictos o violencia, no cruza fronteras internacionales y busca seguridad, además de auxilio en su territorio nacional (siendo la nación mexicana uno de los escenarios donde se evidencia acentuadamente este accionar).
Las implicaciones de esta metodología son de gran trascendencia frente a la crisis humanitaria de “expatriados” o “desplazados”. Además de exponer la complejidad de este hecho de alcance mundial, reconoce grados de riesgos a los que se someten los participantes en estas peripecias, según su clasificación. De manera que se hizo obvio que lo que funciona para unos, no es de provecho para otros.
En el conjunto de conclusiones del informe, resaltaron las siguientes: El incremento del número de seres humanos que migran en familia y no aisladamente. Asimismo, la variación de la preferencia en cuanto al destino final, posicionándose el suelo mexicano como uno de los favoritos en relación a los Estados Unidos, cuyo “Sueño Americano” ha dejado de ser tan tentador para un significativo porcentaje de los que exploran nuevas perspectivas de existencia.
Cabe destacar que el comportamiento y las estrategias implementadas por aquellos que persiguen establecerse en otras regiones han tenido modificaciones. Esto quizás, impulsado por las políticas que los diferentes Estados están aplicando a las movilizaciones masivas (alianzas estatales internacionales con el propósito de afrontar este reto, controles más rigurosos para el acceso a sus jurisdicciones, entre los que sobresalen el requerimiento de visas, deportaciones y, en algunos casos, el uso del cuerpo castrense). De igual modo, por las reacciones de los ciudadanos nativos ante la oleada de gente procedente de distintas latitudes del planeta o de su propio país (estas van desde marcados gestos de xenofobia hasta la aceptación y solidaridad con los foráneos).
Las causas por las que abandonan sus países de origen se mantienen constantes: inestabilidad (enfrentamientos bélicos, guerrillas, delincuencia organizada, etc.), regímenes opresores, segregación, falta de empleos u oportunidades de progreso, ausencia de calidad de vida, hambre, enfermedades y déficit en salud, entre otros. Lo que indica que la migración seguirá siendo un tema de atención recurrente y no algo coyuntural.
En definitiva, la emigración (especialmente la ocasionada por desplazamiento forzado) es una práctica inherente a la humanidad que requiere aún ser comprendida y que ha persistido a lo largo de la historia, aunque siempre fluctuante en cantidad. La fuerza y la represión nunca han sido una táctica eficiente como remedio a la misma.
Las soluciones más efectivas y eficaces, para las corrientes migratorias, involucran justicia, diálogos y consensos entre la mayoría de actores sociopolíticos que la experimentan (sector público y privado, estamento militar y ciudadanía –incluyendo a los emigrantes–), por lo que urge continuar respaldando acciones integrales de acompañamiento a los individuos y/o agrupaciones que se mueven de un sitio otro.
En un mundo tan convulsionado como el de hoy el “fenómeno migratorio” puede tornarse impredecible. Los espectadores de estos movimientos no están exentos de ser sus protagonistas mañana o inclusive en instantes inmediatos. Por tal razón, lo mejor es apostar por la fraternidad hacia el prójimo.
Los recortes presupuestarios a las entidades que los asisten solo suscitarán que las cosas sean más difíciles de resolver, pero no eliminarán el “fenómeno” en sí y, en su defecto, solo harán los mencionados procesos más traumáticos.



