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Sociedad amorfa

Dr. Fernando Antonio Herrera Martínez.- Somos una sociedad que no tiene una forma, somos multiformes; se puede afirmar que es producto de nuestra pluralidad multicultural, pero no es cierto, la culpa es nuestra y es el gran problema que ha propiciado que los gobiernos pretendan darle forma a lo amorfo, y la manipulación es el arma favorita para intentar moldear nuestra sociedad a su gusto.

Es una realidad que no somos unidos, lo cual es atractivo para los políticos y/o los partidos y se aprovechan para atraer grandes grupos sociales, como los olvidados o los excluidos indígenas y los humildes, a los que atraen con promesas que hacen en campaña para que voten. Esa división social histórica, es tierra fértil para la siembra del odio entre nosotros y florece para beneficio de políticos que ansían el poder.

La historia nos enseña que esa práctica viene desde tiempos ancestrales. Y las promesas han sido y son la carnada que llevó al PRI a gobernar tantos años. Por supuesto, cumplieron, en parte, en los años 20 con la educación gratuita, laica y para todos, luego creando el ejido, apoyos al campo, banco agropecuario, el IMSS, etc.

Al PAN con el Seguro Popular, becas a estudiantes de escasos recursos de nivel primaria y secundaria, preescolar, incluso maternal con el apoyo económico a las familias marginadas. Con Calderón fue la guerra perdida con el crimen. Aunque hizo carreteras muy importantes.

Sin embargo, los genocidios de 1968 y 1971, la corrupción, las ejecuciones en Tlatlaya y la muerte de 43 jóvenes en Ayotzinapa, entre otras desilusiones, propiciaron que esos grupos sociales excluidos optaran por un candidato que vendió una esperanza que ha resultado en un fiasco peor que todos los gobiernos anteriores juntos.

Echemos una mirada al pasado: tuvimos gobiernos que lo hicieron bien con crecimiento y desarrollo. De 1932 a 1981 crecimos 5.9 en promedio, claro que con enormes errores o crímenes como la matanza del 2 de octubre de 1968 o la del 10 de junio, día de Corpus Christi, en 1971.

Tuvimos presidentes frívolos como José López Portillo, luego los llamados neoliberales que optaron por la globalización, con éxito económico, pero con corrupción desenfrenada al vender el patrimonio nacional: FFNN, TELMEX y la entrada de capitales a Pemex y CFE.

Pese a todo, nunca, esos presidentes se atrevieron a perjudicar la educación, la salud ni la seguridad. ¿Arreglos con las bandas? Se presume que sí, pero respetaban a la ciudadanía, salvo a partir de Calderón que empezaron las masacres que siguen en ascenso.

Se dice que para el progreso de un país se necesitan tres cosas: Territorio, Población y Gobierno. México tiene litoral con dos océanos, con dos mares y un golfo, además 2 millones de kilómetros cuadrados que son ricos en la superficie y bajo el suelo.

Somos 130 millones de habitantes, con fuerza laboral de 55 millones. Mexicanos con ingenio y creatividad que usan para trabajar duro y salir adelante. Pero surge la gran interrogante: ¿Qué nos falta? Gobierno. Sí, hace 200 años que logramos liberarnos de la opresión y conquistamos la independencia, pero no hemos sido capaces de unirnos y convertirnos en una sociedad en la que no haya discriminación, en la que seamos iguales sin diferencias por posición social, religión, color u origen.

Es la hora del trato entre iguales e integrarnos y unirnos como sociedad. Basta de que “cómo te ven te tratan”, dejemos de lado las diferencias entre norte y sur. Si nos unimos todo se puede, o no saldremos nunca del hoyo que hemos cavado y del que se han aprovechado siempre. Es la hora de darnos una gran sacudida social que nos haga ver que solamente juntos podremos ser el México que deseamos y anhelamos. Es hora de que lo amorfo tome forma.