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Las falacias del feminismo

Marcos Barraza Urquidi.- Después de 100 años de promoción, las falsedades del feminismo se han convertido en dogmas aceptados por la sociedad, trayendo severos problemas a la humanidad. Convertido en movimiento político arrasa todo a su paso de la mano de los peores movimientos que ha tenido la humanidad y poniendo en serios peligros a la civilización occidental.

Unido al abortismo, los LGBT, los socialistas y los ecologistas integran la ideología de género. Como toda ideología con dogmas irrefutables alejados de la ciencia y del verdadero conocimiento, dogmas que no se discuten, que se aceptan y quienes intentan analizarlos son tachados de inmediato de misóginos, homofóbicos, ignorantes y toda una serie de insultos; la ideología de género se fue filtrando en la sociedad con falsas banderas de redención que ahora se transforman en leyes dictatoriales que imponen su aberraciones con el riesgo de la cárcel a quienes osen contradecirla.

La primera gran falacia redentora fue la de la igualdad. Igualdad del hombre y la mujer. ¿Qué persona con un poco de humanidad no podría aplaudirla? Lucía hermosa, impresionante y muchos hombres y mujeres la tomaron como meta en la vida, lograr la igualdad entre hombres y mujeres ¡Qué maravilla!

Pero así, llanamente, la igualdad entre hombre y mujer es una falacia, con dos neuronas que tenga advertirá que el cuerpo de la mujer es diferente al del hombre ¡NO SOMOS IGUALES! Y si usted tiene estudios o conocimientos elementales de genética sabrá que tenemos 46 cromosomas en una doble hélice de 23 pares, dos de ellos nos determinan el sexo, dicho lo cual el hombre y la mujer tienen diferentes cromosomas, lo cual significa que ¡NO SOMOS IGUALES!

Si ahora tomamos un libro de biología verá que hay muchas funciones que tiene la mujer que no tiene el hombre, luego ¡NO SOMO IGUALES! Si consulta con un neurólogo le dirá que el cerebro del hombre y el de la mujer no están constituidos de la misma forma, luego ¡NO SOMOS IGUALES!

El cuerpo de la mujer tiene funciones más complejas que el del hombre, la más significativa es la posibilidad de albergar y desarrollar una nueva vida dentro de sí. El hombre no tiene esa posibilidad, luego ¡NO SOMOS IGUALES! La mujer teniendo un cuerpo más complejo es más delicada y físicamente más débil que el hombre, luego ¡NO SOMOS IGUALES!

A diferencia de los estúpidos feministas, que no se cansan de decir que somos iguales, el hombre primitivo entendía perfectamente esto, no porque hubiera ido a la universidad, sino porque era una experiencia empírica obvia y ¡OJO, feministas trasnochados!, en base a esta experiencia se hicieron los roles.

En una sociedad poco civilizada y todavía muy salvaje, el lugar más seguro era el hogar y al dividir el trabajo o crear los roles se le asignó a la mujer el hogar, no porque quisieran esclavizarla sino porque querían protegerla a ella y a sus hijos.

El hombre escogió el lugar más peligroso en aquellos tiempos que era el exterior de la casa, la búsqueda del sustento en competencia con los demás hombres, una competencia que frecuentemente los llevaba a guerras y a encuentros violentos. La mujer no iba a la guerra, se quedaba en el lugar seguro: el hogar.

Si un feminista tiene dos neuronas y un átomo de honestidad acepta esto, pero luego revira: “NO SOMOS IGUALES ANTE LA LEY” y, efectivamente, hoy el hombre y la mujer no somos iguales ante la ley debido a la embestida brutal del feminismo que ha torcido las leyes en favor de la mujer creando distorsiones totalmente injustas para el hombre, pero en el inicio del feminismo la ley no distinguía entre hombre y mujer como ahora, la ley se aplicaba por igual.

Y aquí reviran violento los “feministos”: NO TENÍA DERECHO A VOTAR y es cierto, no tenía derecho a votar porque estaba representada por su marido, quien se ocupaba del exterior del hogar y la política era una actividad externa al hogar de la cual poco se ocupaba la mujer y poco sabía de ella, de tal forma que su voto distorsionaría la realidad, aparte de que no estaba interesada en la política y esto quedó claro cuando se le otorgó el voto: las pocas mujeres que asistieron a votar eran las líderes de movimientos feministas, pero a la mujer en general no le interesó votar en ese momento, lo cual deja claro que no era el patriarca opresor que reprimía a la mujer como hoy se dice, sencillamente no era parte de su rol: Los deberes de la mujer como ama de casa.

Por allá por los años cuarenta aparece Simone de Beauvoir, amante de Paul Sartre, de los amigos de Paul Sartre y de sus alumnas, por lo cual fue expulsada de la universidad donde daba clases. Simone o “Chona” para sus cuates, era una mujer que en los cánones de ese tiempo era considerada como depravada y rechazada por la sociedad normal.

Esto generó en ella un odio profundo contra la mujer de hogar y escribió un libro en el cual sataniza y ridiculiza las tareas de la mujer en el hogar. Este libro, “El segundo sexo”, hubiera pasado a la historia como un exabrupto de una mente enferma, pero cayó en manos de un perverso empresario, John Rockefeller, quien vio una gran oportunidad de bajar costos de producción.

Si la mujer dejaba el hogar para salir a trabajar se duplicaba la oferta laboral y los salarios bajaban, principio elemental de la economía. Convenció a sus amigos empresarios de que financiaran y crearan un movimiento para tener mano de obra barata e imprimieron millones de libros que los regalaron a la mujer norteamericana, luego convenció al gobierno que la mujer trabajando le permitiría recibir el doble de impuesto y varios políticos lo apoyaron.

Han convencido a la mujer que la única forma de realización es en el trabajo fuera del hogar y esto en sí es una gran falacia, veamos porqué. Le ponen de ejemplo a una gran empresaria que controla una empresa de mil trabajadores y las chicas sueñan con llegar a ser esa gran empresaria.

“Si ella lo logró, ¿por qué yo no?” Pues por matemáticas simples. Es muy difícil que lo logres: por cada gran empresaria que controla una empresa de mil trabajadores, hay mil trabajadores que no llegan a ser directivos, luego la probabilidad de que la mujer que escucha este discurso de redención llegue a ser esa empresaria es una en mil. Tendrá que haber mil mujeres que no se realicen para que ella sí se realice.

Quienes conocemos o hemos vivido el ambiente laboral sabemos que la incursión de la mujer en este ambiente ha sido positivo, hay puestos donde la mujer se desempeña en forma admirable, pero así como reconocemos este hecho, debemos tener la honestidad intelectual para aceptar que la ausencia de la madre en el hogar ha generado severos problemas en la sociedad.

Los niños abandonados en la casa, con el vecino, en el  barrio o con familiares han sido víctima de abuso con problemas sicológicos severos de por vida. El poco tiempo que le dedica a sus hijos la mujer que trabaja ya causa estragos en la sociedad actual.

Me comentaba orgullo la directora de una empresa multinacional que viaja mucho: “Yo le dedico dos horas de calidad a mis hijos a la semana”. ¡Qué afortunados niños! La directora de una gran empresa le dedica dos horas a la semana a ellos solos. Sí, pero por cada dos horas de calidad recibían 100 horas de sirvienta y hablaban y actuaban como la sirvienta.

Los daños que el feminismo está haciendo a la sociedad son muchos y graves, estaremos abundando en el tema la próxima semana.