Dr. Arturo Castro.- Para los partidos pequeños su vida es ser paleros, para el gobierno en turno la meta es lograr la credibilidad social y para la sociedad, tal cual su proyecto es tener un mejor bienestar, aquel que cubra sus necesidades básicas aparte de la llamada canasta que vende Wal-Mart en $1,036 pesos.
No se trata de comicios, ni de candidatos, sino de los políticos que representan a quién sabe quién en sus decisiones legislativas y públicas, tampoco se requieren nombres porque se conocen por aquellos que prestan atención a la vida pública.
El antecedente histórico es de conocimiento público, no se trata de reconstruir, regenerar o transformar un sistema político plagado de ideas convertidas en mentiras, independientemente del partido político o del personaje que las emita.
Preparar condiciones para una vida mejor es una gran responsabilidad, tanto del gobierno como de la sociedad que con un espíritu de servicio se puede lograr un mejor desarrollo con resultados evaluables y claros.
Por tanto, no se trata de hablar de simpatizantes y adversarios, del pasado y del presente, del futuro y del retiro. Se trata de trabajar sin culpar al pasado de los males que ni la caja de pandora arregla, se trata de corregir y de avanzar instaurando responsablemente acciones de buen gobierno.
El encanto morboso que ofrece la palabra política debe llegar sin excusas a buscar resultados medibles, sin fragmentar opiniones y sin reírse de la oposición en cualquiera de los lados de la cancha, no pasar de la oposición a defensor de las mismas políticas públicas sin solución real para la sociedad.
Los políticos indudablemente son personas capaces para que en sus acciones se tengan resultados, la maldad inicia cuando se ofrecen puestos públicos y legislativos a los amigos y a las personas famosas como aquella propuesta del Partido Cardenista de Reconstrucción Nacional que ofreció una candidatura presidencial en 1994 a Juan Gabriel, misma oferta a la que nunca respondió por ser ajena a sus intereses.
Otros cualquiera en el mundo de la política han respondido que sí y en los puestos electorales ganados no han hecho más que el ridículo de levantar la mano o de gobernar sin juicio,
Sin excusas se buscan resultados, no experimentos políticos que dejen en la nómina una mayor representación plurinominal, no se requieren mesías, hacen falta los políticos profesionales del ayer, eso sí, sin la facultad de aprovechar los bienes públicos en su haber.