El sarampión se caracteriza por fiebre, enrojecimiento de ojos, congestión nasal, tos, manchas pequeñas dentro de la boca y exantema (ronchas pequeñas) que inicia en cara y cuello y después se extienden a todo el cuerpo; se transmite por contacto directo con gotitas provenientes de la nariz, de la boca o la garganta de una persona infectada.
Las principales formas de prevenir el sarampión son:
- Vacunación oportuna
La forma más eficaz de prevenir el sarampión es mediante la vacuna triple viral (SRP), que protege contra sarampión, rubéola y parotiditis. Esta vacuna se aplica en dos dosis: la primera al cumplir un año y la segunda a los seis años. En caso de no haber recibido alguna dosis, las personas pueden acudir a su centro de salud para ponerse al corriente. - Revisión del esquema de vacunación
Adultos que no tengan certeza de haber sido vacunados, o que no hayan padecido la enfermedad, pueden acudir a su unidad médica para verificar si requieren una dosis de refuerzo. Esto es especialmente importante si se viaja al extranjero. - Evitar el contacto con personas enfermas
Ante la presencia de casos confirmados o sospechosos, es recomendable evitar lugares concurridos y mantener a los pacientes en aislamiento durante al menos cuatro días después de la aparición del exantema (ronchas). - Medidas generales de higiene
Lavado frecuente de manos, ventilación de espacios cerrados y uso de cubrebocas en caso de síntomas respiratorios ayudan a reducir la propagación del virus.