Inicio COLUMNISTA INVITADO Ser mujer en el mundo de la política

Ser mujer en el mundo de la política

Carolina Frederick Lozano.- La violencia política de género, no es nada nuevo para el gremio de funcionarios. Simulación, equidad en oportunidades, acoso o requisitos y el escrutinio mediático. 

Se han inventado terminologías como niños y niñas, mexicanos y mexicanas para simular una política incluyente, mientras que en territorio poco ha cambiado, incluso se continúa limitando el uso de pantalón a las niñas en los sistemas de educación pública a pesar que es una excelente opción durante la etapa de otoño-invierno, mientras que si se han modificado los libros de texto para hablar sobre el sistema reproductivo NO SE agregó la información para que niñas y niños sepan qué hacer en caso de que su integridad física se encuentre en riesgo por violencia familiar, algún acoso o violación sexual que estén viviendo en su entorno.

Se ha hablado mucho sobre las becas del bienestar y la justicia social, pero ¿quién ha velado por las miles de jovencitas que previo a los 13 años han dado a luz a un recién nacido? Ninguna fiscalía investiga si esto fue el resultado de una violación. Las becas a madres solteras en edades tan temprana de igual manera se quedan fuera porque o es madre soltera o es una estudiante o es NINI… En materia educativa, ¿será tan difícil incluir la información para denunciar y los protocolos que deben activarse en caso de ser víctima de violencia física, sexual y emocional en casa?

En materia electoral, al día de hoy se han determinado porcentajes específicos en las candidaturas destinadas por género y diversificándolas hasta por edad y por representatividad de las zonas indígenas de cada región. Pero la realidad es que incluso con estos mecanismos para las mujeres no es fácil el camino para lograr la nominación a estos espacios y mucho menos desempeñarlo con la libertad que lo hacen los hombres. 

El primer reto es tener experiencia, lo cual es sumamente difícil pues en los espacios de confianza aún son mayoría los hombres y no están dispuestos a perder el poder; mientras que en los puestos de elección popular solo tendrán experiencia curricular como candidatas aquellas mujeres que han aceptado espacios que estaban destinados a perder. 

Después llega el término del tan conocido “padrino”, que puede ser una agrupación que respalde honestamente la propuesta política, pero en el peor de los casos están esos pervertidos que aprovechando su posición de poder te proponen un intercambio de favores sexuales por un puesto, a lo que hoy le podríamos llamar acoso laboral y abuso sexual, pero en otros tiempos era una escalera exprés para subir de puesto y se minimizaba la violencia sexual como si fuera un requisito más. 

Y si nos trasladamos al campo de ser una mujer en funciones en el servicio público, hay un claro estigma social  que sexualiza y minimiza las capacidades propias de cualquier mujer que ocupe cualquier puesto cercano al poder; en radio pasillo siempre se escucha la frase: “Es la novia de… Se está acostando con el Jefe… El otro día fue a cenar con el director…” y es así como la sociedad siempre juzga.

LA MATERNIDAD, la gran carga o el ancla política

¿Las mujeres en política deben o no deben ser madres? A pesar que es una opción personal que tenemos las mujeres y en términos sociales a una mujer se le califica como plena cuando llega a ser madre, pero en la política no es así. 

El ser mamá durante un ejercicio de la función ante los compañeros resulta ser una desventaja, porque el ser madre podría quitarte tiempo para estar en las reuniones donde se toman las decisiones, mientras que la otra opción es no ausentarse y acudir con el bebé a una reunión donde tendrías que amamantar en público, resulta que esto es una distracción para los compañeros y podría “sensualizar” la reunión.

Mientras que el estigma ciudadano califica a la mujer que trabaja y es madre como una carga por pagar en caso de solicitar su incapacidad por maternidad; tan es así, que sutilmente a las mujeres en función pública se les recomienda solicitar licencia en vez de incapacidad por maternidad para evitar rumores políticos. 

En este sentido fue mi experiencia personal al estar embarazada, cuando el escrutinio político, mediático y social llegó a tal grado que durante mi embarazo recibí comentarios de porqué usaba ropa ajustada donde se marcaba mi embarazo, que si me casaría pronto y cuándo pensaría tomar licencia.

Estos cuestionamientos jamás los escuché o leí en alguna columna donde se los hicieran a algún funcionario cuya pareja estaba embarazada. Es aquí donde llega la VIOLENCIA POLÍTICA DE GÉNERO. 

Debo reiterar que, en lo personal, fue un gran honor el haber sido regidora el H. Ayuntamiento del Municipio de Juárez y de esta manera servir a mi querido Juárez. No minimicemos la violencia física, sexual o emocional; unidas las mujeres exijamos el terreno laboral que nos pertenece por nuestras cualidades intelectuales y académicas, estemos atentas a situaciones de riesgo en nuestro entorno y seamos valientes para exigir JUSTICIA. 

¡NO APLAUDAMOS POLITICAS DE SIMULACIÓN Y EXJIAMOS RESULTADOS!