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Ser conservador

Daniel Valles.- Nunca antes en la historia reciente del país se había escuchado o escrito tanto sobre el ser o no ser “conservador”. Cuando se habla de conservadores: ¿de qué se está habla?

Seguro estoy que a la mente de casi toda la gente vienen imágenes de hombres y mujeres con rostros adustos, con el pelo completamente cano, que usan lentes o monóculos para poder ver bien, visten de levita y usan chistera. Personas que se alarmarían si alguien exclamara la palabra sexo, homosexual, marihuana, aborto.

Al escribir la descripción de tales personas viene a mi mente el actual gabinete presidencial por lo de los rostros y las canas. Nuestro “querido” presidente se ha referido a los conservadores como hipócritas y sepulcros blanqueados en varias ocasiones.

Crea con ello una división y un rechazo general para con los conservadores, una reprobación y una discriminación de facto, lo que viola el segundo y el tercer requisito para que el Estado Laico exista: La igualdad y la no discriminación. (El Estado Laico, Roberto J. Blancarte, P-8).

Así, nuestro “querido” presidente se convierte en el primer violador del mismo Estado. Y ya lo dijo: “nadie por encima de la ley”.

La corrupción es el abuso del poder otorgado a uno, para beneficio propio. Saque usted sus conclusiones. ¿Abusa el presidente del poder que se le ha otorgado?

Ahora: ¿es el presidente liberal? Para tener un punto de comparación debo contrastarlo con otros liberales mexicanos. Hay que ir a donde estuvieron los mejores que el país ha tenido, al siglo XIX. Los liberales mexicanos de ese siglo.

Juárez, Melchor Ocampo, Arriaga, Mata y otros. Ellos respetaron siempre las opiniones contrarias a sus proyectos, a sus planes. Para ello, basta leer la bitácora de debates en la Cámara de Diputados de 1856 y 57, donde estuvieron estos llamados liberales mexicanos.

“Los reformistas liberales mexicanos eran todos creyentes cristianos. Con excepción del Ramírez, “El Nigromante” … y fue en función de su cristianismo, de su amor a la humanidad, de su piedad por el que sufre, que actuaron como actuaron. Nunca tuvieron ni siquiera la duda. Sabían que al arremeter contra el clero millonario daban la gran batalla por Cristo”. (Juárez ante DIOS y ante los hombres. Roberto Blanco Moheno, P-84)

Debemos notar que, aquellos que llamamos “Liberales”, a los que nos dieron las Leyes de Reforma y la Constitución de 1857, eran creyentes católicos cristianos. ¡Iban a misa cada domingo! Se dice que el presidente Juárez salía de Palacio Nacional y cruzaba la plaza para llegar a la catedral.

Estos “Liberales” bien podrían ser tachados hoy de “conservadores” por gente como el diputado Fernández Noroña o el senador Martí Batres, entre otros.

Los liberales del siglo XIX le dieron a México la Constitución Liberal de 1857. La que inicia de la siguiente manera:

“Ignacio Comonfort, presidente sustituto de la República Mexicana, a los habitantes de ella sabed:

Que el congreso extraordinario constituyente ha decretado lo que sigue: En el nombre de Dios y con la autoridad del pueblo mexicano…”

Así está escrito de manera textual la introducción, en la página 23 de la Constitución Federal de 1857 y de la cual tengo una copia facsimilar.

Existiría una aparente contrariedad entre lo que es ser conservador y ser liberal en el siglo XIX con el siglo XXI, pues los primeros creían de una forma totalmente diferente a los actuales.

Lo paradójico es que los liberales del siglo XIX son citados por nuestro presidente constantemente. Especialmente el presidente Benito Juárez.

Esto crea la contrariedad. Pues la posición del presidente López Obrador es ambigua y cambiante. Tienen rasgos de derecha y no muchos de izquierda. Luce como conservador, más que como un liberal. Eso sí, con una gran acción de defensa hacia los pobres.

¿Cómo definirlo entonces? He de partir de la premisa de que existen al menos dos tipos de conservadores y liberales. Los políticos y los sociales, si se me permite el término.

La diferencia sería en que los primeros son políticos “profesionales” y los segundos buscan influir en políticas públicas. Las plataformas de ambos se parecen, solo que los sociales están orientados hacia la gente, lo que los políticos olvidan. O dicen que les importan. Pero creo que no tanto.

Ser conservador significa considerar la santidad de la vida humana desde su concepción. La realidad del mal o la maldad en el mundo. La importancia crítica del carácter individual. La paternidad y maternidad responsable, lo que se dificulta cumplir tanto en conservadores como en liberales.

Cuentan con valores familiares fuertes y firmes, los que son conocidos como Principios. Además de la justicia social (que no es propiedad de la izquierda).

En Inglaterra el pensamiento conservador dio origen al “gentleman”. En México, a lo que el presidente llama “Fifí”.

Retoma un término del pasado que pone de “moda”, la que sin duda como todas las modas será pasajera. Se les llama también “fresas”; “aceitosos”; “estirados”, copetudos o “cremas”, como en mi natal Mexicali.

Todos estos términos se usan para definir a lo que en política se conocen como “Los Conservadores”.

El término se trata de usar con una intención de ofensa, de manera peyorativa. Eso es corrupción porque ofende y genera acoso o “bullying”.  Pero: ¿En qué creen los conservadores?

Russell Kirk, en su obra “The Conservative Mind” (P-9), presenta seis puntos básicos. Por el espacio limitado transcribo solo el inicio de los enunciados.

  1. Creencia que la Providencia o Divinidad dirige la sociedad, tanto como la ciencia y forja una cadena eterna de rectitud, de deber, que une la vida y la muerte.
  2. Afecto por la proliferación y variedad de la vida tradicional.
  3. La convicción de que la sociedad civilizada requiere orden y clases.
  4. Creencia en que la libertad y la propiedad son inseparables y están conectadas.
  5. Fe en la prescripción de costumbres probadas y aceptadas por tiempo y desconfianza en los sofistas
  6. Reconocimiento de que cambio y reforma, no son lo mismo.

El respeto es un principio. Conserva la estabilidad y la paz. Sin respeto no se puede transformar. A fuerzas no se logra que alguien crea. A fuerzas se ofende, se divide, se copta. Así menos se llega a creer en algo.

Y eso es lo que a diario se hace desde Palacio Nacional. Se ofende a mucha gente llamándoles conservadores, fifís, hipócritas y más. Eso es un acto de flagrante corrupción. Pero nadie se atreve a acotar al presidente, lo que considero mi deber patriótico hacer desde aquí.

Todos deseamos que se conserve el país que tenemos y que crezca como crece el cuerpo humano: Poco a poco y sin destruirse, conservando su esencia, lo que le permite transformarse.