Inicio Perspectiva San José, modelo recto de los trabajadores

San José, modelo recto de los trabajadores

¿No es Éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas?” (Mt. 13, 55) 

Antonio Fernández.- ¿Quién es el Señor San José? El esposo de la Virgen María, padre putativo de Jesús Hijo de Dios. Proclamado por Pío IX el 8 de diciembre de 1847 estableció para la Iglesia Universal la fiesta de San José como patrono de los trabajadores.

La que a su tiempo el Papa León XII fija para el tercer domingo de Pascua en su encíclica Quamquam pluries, en ella resalta el papel del trabajo que fue la vida de San José, sea ejemplo para los trabajadores de todos los siglos.

Pasan los tiempos y Pío X la trasladó hasta el miércoles anterior y fue Pío XII quien, en 1955, estableció en definitiva su fiesta el 1º. de mayo reconociéndole con el título esclarecido: San José Obrero.

Pero la respuesta a no dudar está profetizada en el salmo del Rey David que reza: “Dichoso el hombre que teme al Señor, en sus preceptos halla el sumo deleite. Su descendencia será poderosa sobre la tierra; el linaje de los rectos será bendecido”.

Y como torrente impetuoso de esta definición fluyen a él por el amor a Dios y humildad, obediencia y perseverancia en San José modelo recto de los trabajadores, quien recibe del cielo el reconocimiento de ser Ilustre descendiente de David, Luz de los patriarcas, esposo de la Madre de Dios, casto guardián de la Virgen, Padre nutricio del Hijo de Dios, Protector diligente de Cristo.

En todos ellos está la excelencia y dignidad que viene de Dios Nuestro Señor a ser jefe de la Sagrada Familia.

¿Dónde nació esta dignidad para el Patriarca San José? Dejarse llevar a la voluntad de Dios Nuestro Señor en una cosa muy sencilla de la que habremos de aprender quienes pasamos por este mundo de prueba.

Expone San Agustín: “San José se deja conducir porque era justo y “justo es el hombre” que vive de fe”. Ello espera el Señor del cristiano católico de todos los siglos y deposita el Obispo de Hipona en bandeja de plata al que desee aprender: “No hay, pues, que temer que nos excedamos en amar de más a nuestro Señor, hay que temer el amarle de menos”. En verdad las palabras sencillas son las más sabias.

San José, alma inocente donde la malicia está expulsada porque vive la fe que ha hecho suya, el Doctor de la Gracia muestra cómo la convirtió él en virtud y santidad, aprendiendo de los títulos venidos del cielo a San José: justísimo, castísimo, prudentísimo, obedientísimo y fidelísimo, espejo de paciencia, en lo que a virtud de su venerable persona invita al cristiano católico conquistar obras que glorifiquen a Dios Nuestro Señor.

San José es ejemplo de perseverancia, humildad y justicia que lo ha conducido a vivir en el Cielo el gozo y júbilo de los bienes, gracias y dones que del Padre viene al Santo Patriarca para honrarle.

Gloria de la vida doméstica, Custodio de Vírgenes, Sostén de las familias; ahondando en estas dignidades buena sería la pregunta: ¿Quién podría decir “Yo” puedo recibir este reconocimiento por el cumplimiento de mis obligaciones familiares? Es mejor guardar silencio.

En el caso de San José, será profundizar en él hasta encontrar el punto donde surge la disposición espiritual de escuchar en su corazón la voz de Dios, fue en el Patriarca San José su vida de castidad, pureza de corazón y obediencia lo que hizo mover las entrañas de Dios la perfección de su alma por el que confiere el Todopoderoso la misión ser custodio de Vírgenes: la Sagrada Familia.

El Señor manifiesta en el paso por la vida a cada alma su bondadosa comprensión: “Y todo lo que pidiereis con fe, en la oración, lo obtendréis”.

Qué diferencia a la gente de este siglo, alejada de Dios es exigente, quiere para obedecer a Dios las cosas a su modo, en los asuntos demanda explicaciones y si éstas le convienen renuncia al matrimonio, a los hijos, al trabajo, a sus padres, a los estudios.

Esta miserable conducta humana jamás fue en San José. Cuando Dios Nuestro Señor requirió de él, nunca hubo preguntas o dudas de cualquier índole, los hechos muestran el abnegado proceder de sus actos para cumplir la voluntad de Dios, esto y más son la causa de la cual al Patriarca San José le viene todo reconocimiento.

Con motivo del primero de mayo la tradición de la Iglesia Católica conserva en diferentes tiempos está magnánima celebración, ahondando en la advocación con que se celebra a San José Obrero, designado Modelo de los Trabajadores. Tiene otros más con que es contemplado, siendo importante conocer la razón de este título.

San José fue un auténtico obrero en el pleno sentido de la palabra, el único hombre que compartió con el Hijo de Dios la tarea de todos los días. Comprendamos: el hecho de ver, oír y hablar con Dios (niño, joven y adulto) es una gracia única y especial concedida por Dios Nuestro Señor.

Salvo su Madre la Virgen María, en quien es mayor la gracia por haberlo llevado en su seno, a San José le es concedido este bien inigualable, único de su excelencia divina.

Ve lo profundo del corazón de San José reconociendo con gozo su vida sublime de templanza, honestidad e integridad, de perfección y castidad; lleva la profecía del Rey David al salmo conocido de la bienaventuranza del justo, la misión de San José “El justo”:

“En su casa hay bienestar y abundancia, y su justicia permanece para siempre. Al justo brilla la luz en las tinieblas del mundo, encamina a los rectos sin doblez a verla y no tener a la oscuridad de la tentación, del engaño, de la soberbia maligna, en una palabra, a que el bien venza al mal, como fue San José vencedor de los demonios”.

hefelira@yahoo.com

Artículo anteriorNiños, tecnología y porno
Artículo siguienteEl presidente López Obrador viola las reglas que no le ayudan