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Ruega Jesús por los pecadores

“¿Qué hombre entre vosotros, teniendo cien ovejas, si llega a perder una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, para ir tras la oveja perdida, hasta que la hallare?” (Lc 15, 4)

Antonio Fernández.- Los medios de salvación entregados por Dios a las almas creadas por Él, que son todas, se disponen al pasar por este mundo a perseverar en Cristo Nuestro Señor; uno de ellos son los Salmos, obra del Espíritu Santo que ha convertido al profeta David como abeja privilegiada que elaboró la miel de la oración por excelencia, que consolará las almas al conocer en David el hombre que depende del deseo del Padre.

“Humillaos por tanto bajo la poderosa mano de Dios, para que Él os ensalce a su tiempo. Descargad sobre Él todas vuestras preocupaciones, porque Él mismo se preocupa de vosotros. Deja tu cuidado a cargo del Señor y Él te sostendrá”.

Sirva a las almas de todos los tiempos que los bienes de Dios son de siempre y los males no cambian, por ello no cesa desde la creación pedir lo que por San Juan confirma: “En Cristo Jesús, Señor nuestro, en quien, por la fe en Él, tenemos libertad y confiado acceso (al Padre)”. Norma de vida: Fe y confianza en Él.

Anuncia el Señor su benevolente comprensión misericordiosa por labios de David mil años antes de la venida de su divino Hijo Jesús, pero el mundo al paso de cada siglo se ha mantenido pasivo e indolente como siempre.

Por otra parte, en el tiempo del Nuevo Testamento, San Pedro, a quien el divino Maestro dio el fundamento visible de la Iglesia, aborda su responsabilidad e ilustra a los siglos: “No se cansa Dios de repetir la invitación a las almas por Él creadas a que confiemos en Él y la promesa de que obrará maravillas a cambio de esa confianza”.

Preguntamos: ¿Qué más desea toda persona que viene al mundo camino a su salvación? ¿Por qué desprecia o se hace de la vista ciega cerrando los oídos a los bienes de fácil aplicación? ¿Qué es lo que necesitamos?

Un capacitador de ventas exponía su realidad a los vendedores: Para obtener excelentes comisiones del mejor producto, ustedes pueden vender departamentos de atractivas condiciones, tener a la venta los mejores terrenos, las marcas de vehículos preferibles del público, los productos del mercado más apetecidos, deseados y codiciados; la más efectiva publicidad que facilitará la venta, pero si no se disponen a vender, de nada servirá, el producto ahí está, el vendedor tiene que ofrecerlo sino no come, no se viste y no lleva dinero a su familia, al no vender perderá oportunidades.

El ruego que Jesucristo Nuestro Señor obra por los pecadores es por su salvación, habremos de reconocer que Dios Nuestro Señor nos da todo para que por sí mismos, perseverando en Él, podamos ser acreedores a la salvación.

¿Qué tiene a favor el cristiano católico para obtener su salvación? La Santa Misa, los Sacramentos y la frecuencia de ellos, en los Santos Evangelios la palabra de Dios, mandamientos, la oración, la práctica de virtudes, conocer la santidad de almas puras y justas aprendiendo de ellas imitarlas.

De ello el alma obtendrá lo que convertirá en hábito de vida, pero hay algo más a no olvidar, es el ruego continuo de Cristo Nuestro Señor a Dios Padre en su agonía antes de entregar su alma al Padre. “Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.

Ruega por los pecadores y toma sobre sí nuestras penas y dolores, pesares y agobios, se preocupa por los males del alma y del cuerpo, adelanta por la gracia el gozo de las cosas divinas, ya que los bienes de la vida son “una nada”.

¿Qué significa ese ruego? El reflejo del amor del padre al Hijo y del Hijo al Padre; unificados por ese amor se desprende la comprensión de su palabra a las almas de los siglos.

“Nadie puede tener amor más grande que dar la vida por sus amigos”, expresión gloriosa y sublime que Jesucristo Hijo de Dios vivo eleva a la infinita misericordia de Dios a que sea en el cristiano católico su caridad que extiende a todos los seres humanos que pasan por este mundo y donde todos hemos de probar nuestra fidelidad a Dios.

Para unos y otros es su abnegada e intensa paternidad de Padre amoroso que vela por las almas, que anuncia el Salmo: “Todos los caminos de Dios son misericordia y fidelidad para cuantos buscan su alianza y sus disposiciones”.

Así las buenas sean santas y las pecadoras arrepentidas se salven, siendo Creador de cada una conoce las debilidades y flaquezas que le pierden, la seducción de un mundo que de éste surgen, son formas y maneras que atraen y pervierten al pecador quebradizo en la fe, no tiene confianza ni interés a los bienes que vienen de Dios y los pierde.

¿Quién puede decir que no haya sido tentado por las atractivas tentaciones que en todo momento encuentra en el camino de la vida? Siendo honrado consigo mismo descubrimos la realidad de haber seguido los atractivos engañosos de la seducción, sea dinero, el hechizo de la lujuria, la perturbación de la venganza y desquite.

El odio y la ira que incita a resurgir de la soberbia maligna, la sugestiva idea del engaño y el ardid del fraude, se camina sin ver ya no el mal que hace al prójimo, sino el que se hace a sí mismo, actúa sin temor a Dios Nuestro Padre, quien vela por las almas perdidas.

hefelira@yahoo.com