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Respuestas a la distracción política

Dr. Arturo Castro.- ¿Qué pudiera hacer cada ciudadano para esperar lo mejor de su gobierno ante el planteamiento de las propuestas de campaña? Se plantearía un mega gobierno, recibir las mejores políticas públicas de mejoramiento social con impacto a largo plazo, percibir mejores salarios y en sí un mejor nivel de vida.

La sociedad debe pensar en que no hay que esperar los beneficios de carácter público o de las organizaciones no gubernamentales que en ocasiones se brindan, mejor pensar en el tiempo que se debe dedicar a la preparación y al estudio para desempeñar su vida laboral en buenos niveles.

No se trata de emitir el voto de castigo en cada elección, ni de revisar las alternativas con enojo, tampoco de escuchar continuamente el “vamos bien” desde la banca de la plaza principal porque no tiene nada que hacer.

El gran problema que se presenta es el de la distracción política, la ruptura de la paz que emite la violencia desmedida, el virus y la pandemia de moda, los pleitos de algunos políticos y el silencio de otros tantos, la vida actual entonces tiene muchas inconsistencias.

Noam Chomsky elaboró una lista de estrategias de manipulación que se dan a través de los medios, menciona que a través de desviar la atención de los principales problemas, la sociedad no considera aquellos factores más importantes porque tiene la mente ocupada en lo que se le dice.

La mañanera del presidente López Obrador está llena de buenas intenciones, del poder de la palabra para jactarse de lo que se quiere hacer como la rifa del avión sin avión, las aduanas militarizadas, el huachicol controlado o la cancelación de grandes obras como el aeropuerto internacional o la cervecería de Baja California.

Dinero tirado a la basura, recursos oficiales o privados, no importa, lo que se quiere es que el pueblo esté controlado, contento con lo que tiene y con lo que carece, el estilo de vida se replica a pesar de las guerras de Independencia y de Revolución, de las transformaciones verdaderas y una cuarta de mentira.

La estrategia de la distracción política es estupenda en una sociedad sin una educación verdadera, en un mundo de héroes con altares a los que hay que alabar, una sociedad con un menosprecio gubernamental elevado al aplauso electoral que desencadene reacciones positivas de creer que el voto cambia el panorama.

Los mexicanos viven en las más diversas culturas y escriben su propia historia en la ciudad o el rancho con el pleno convencimiento de que sus cualidades para creer que viene lo mejor es una verdad absoluta.

Distraer al pueblo es lo más sencillo para un gobierno faraónico como el que tiene el sistema político mexicano, esto propicia que no exista el interés por observar los verdaderos problemas nacionales, de revisar una agenda pública de aquellas instituciones que regresaron del infierno.

El presidente actual las mandó al diablo, hoy las conduce de una manera evangelista, guiándolas a un nuevo futuro, son seis años de gobierno discursivo, en los que se desparraman las ideas sin acciones. Nunca la mentira será suficiente para llenar a una sociedad de esperanza.

La toma de decisiones políticas fundamentales se basa en un marco de distracción popular en el que la lucha de intereses es la misma de sexenios pasados y se refleja en las compras sin licitación, en proveedores emergentes, en un gasto oficial pleno de dinero regalado a quienes no hacen nada.

México no es ni rico, ni pobre, pero vive en una lucha de líderes políticos que se la pasan motivando a los potenciales electores, forjando una disciplina de continuidad en la rutina de parecer un pueblo feliz, diría un político mexicano que mucho tiempo se quejó y por ende fue infeliz.

La distracción impera porque la estrategia es la de tener a un pueblo ocupado y que no cause oposición, se le cancela unas semanas la venta de cerveza y cuando regresa a las tiendas va con un treinta por ciento de aumento, corre a comprar la que no tuvo en ese tiempo. No importa el costo, lo que quiere es el producto.

Es la creación de problemas para posteriormente ofrecer la solución, todo controlado por las oficinas públicas correspondientes, la política es la misma, no presenta cambio alguno, las caras son las mismas y la sociedad también.

Todos somos parte de la política, unos son profesionales, otros aficionados y los más observadores, la necesidad de una buena dirección es constante, que nos dé unidad y un mejor entorno familiar y social. Sigamos insistiendo en un verdadero cambio sin mentiras para este gran país.

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