Jorge Quintana Silveyra.- En todo inicio de administraciones públicas, cualquiera que sea el nivel de competencia, local, estatal o federal, los responsables de las diferentes dependencias esperan dar los resultados que les pide su población, su partido o quien les asignó esa tarea; por lo tanto, están dispuestos a emplear el mejor de sus esfuerzos en el cumplimiento de dicha obligación.
Pero esto no es suficiente si no se tienen la capacidad, conocimientos y recursos para llevar a cabo su encomienda y terminan incumpliendo o dando muestra evidente de su incapacidad e ineficiencia, a pesar de tener las mejores intenciones y mejor disposición.
El recurso más sencillo es culpar a los anteriores del estado que guardan las cosas y esperar que la providencia o la inercia realicen su encomienda; y así, a esperar que las circunstancias cambien para bien de todos.
De estos funcionarios hay innumerables ejemplos, pero ahí siguen, cobrando a expensas de los gobernados y en espera de que no sea notoria su incapacidad, para pasar el mayor tiempo posible en la nómina y en el presupuesto.
Se han creado dependencias, comisiones, contralorías, sistemas de certificación, elementos de evaluación, participación ciudadana, muchas medidas de control y nada pasa, la atención y resolución de los problemas, la cosa pública sigue igual, en la mejor de las situaciones o peor en las más de las ocasiones.
¿Cuándo se podrá contar con un sistema de evaluación trasparente y público, que permita que los gobernados se enteren del desempeño de la burocracia y constaten la sanción que se ha impuesto a los malos servidores, a los que sin estar capacitados aceptan una responsabilidad pública para medrar del presupuesto y pasar a la siguiente administración sin haber dejado un testimonio de solvencia laboral?
Muchos ejemplos existen, en las presentes administraciones de los tres niveles de gobierno, bastantes en la federal, pero siguen demostrando su desdén a la ciudadanía y serviles ante el que manda, simples vasallos, no colaboradores y sobre todo, irresponsables, deshonestos.
Esperemos que quienes en el estado y el municipio tienen ahora la responsabilidad de gobernar, pronto se den cuenta de aquellos que sin demostrar el mínimo resultado de su trabajo, sean sustituidos por personas capaces, honestas, sabedores de que se arriesgan al juicio ciudadano y a la evaluación de su labor.
No podemos continuar en la simulación, en el engaño, en la indolencia de quienes tienen un mandato del pueblo, para obrar en beneficio de la comunidad.
En un año, estaremos festejando o lamentando la decisión de junio del 2021. Esperemos que sea un periodo de logros, de buenos resultados y no de improvisación, incapacidad y nulos resultados.
El reto es muy grande, pero en las situaciones críticas se demuestra el talento, la experiencia y la fortaleza de las personas.