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¡Qué fea está la Catedral!

Raúl Ruiz.- El piso de cemento que cubre el atrio de la Catedral de Ciudad Juárez, escalfaba los pies, a través de los zapatos de goma. El sol dejaba caer su radiación a 41°C y apenas era la una de la tarde. Para ser sábado, no había tanta gente pululando, aunque había pronóstico de lluvia.

Al interior de Catedral, la imagen de la Virgen de Guadalupe y otras figuras relevantes de la Iglesia Católica, en una atmósfera de maderas, estilo rococó que resaltan a la luz de los vitrales de colores. En la fachada, se yerguen dos torres de tres cuerpos en cantera, y una fachada de pilares tritostilos y capiteles, que reflejan el estilo colonial barroco del siglo XVII. 

Sí, barroco postmoderno, si se pudiese llamar así porque es una construcción muy reciente, pues fue concluida oficialmente en 1941, pero es realmente hasta 1978 que se reconoce como completamente terminada. Detalles históricos poco relevantes. 

A las puertas de Catedral, el Padre Javier Calvillo, protector de los migrantes; capellán en Santa María Goreti y pastor diocesano de Movilidad Humana, expresó: ¡Qué fea está la Catedral!

Pero, ninguna catedral es fea. La de Ciudad Juárez no es la excepción. Corte neoclásico, construida a mediados del siglo pasado, guarda singular belleza arquitectónica para solaz de propios y extraños.

Sin embargo, el Padre Calvillo no se refería al detalle arquitectónico, sino a su entorno: El ambulantaje. El panorama es anti estético, poco atractivo, visualmente deprimente y sucio.

¿Es cosa de la Dirección de Comercio municipal? Le pregunté. Y me respondió: en parte sí, pero más que nada es cosa cultural.

El ciudadano juarense no tiene un sentido refinado por la estética, y en el municipio no hay quien se preocupe por diseñar opciones para atraer el turismo transformando el entorno urbano para disfrutarlo con la familia.

El comercio ambulante es un problema ancestral. Las condiciones económicas en el país, y más concretamente en la frontera, obligan a la gente a buscar en el ambulantaje su forma de vida, pero el problema es que buscan acomodo en cualquier lugar y los puestos no guardan una simetría visual, un equilibrio estético. Se acomodan a como Dios les da a entender.

Mucho ayudaría que hubiera alguien con visión turística en el municipio, que le diera definición urbana, de atractivo visual, sentido estético. Simplemente obligar al comerciante a usar camisolas de un solo color para todos, que den la sensación de limpieza, de higiene. Sombreros, tal vez que le den el toque de distinción a la zona. Ordenar un solo tamaño y color para los toldos que dan sombra al transeúnte. Son los pequeños detalles los que enamoran, o repelen.

Que no se diga que los juarenses somos un puño de animalitos que por necesidad salimos a hacerla de mercachifles improvisados. ¡Nomamespancho!

Entró el Padre a la Catedral, a orar por nosotros y al pie de la Guadalupana cayó de hinojos.

¡Ay virgencita! Una súplica. Concédenos el milagro de la lucidez para los funcionarios del gobierno municipal. El alcalde no puede pensar por todos. Te rogamos con insistencia.

Amén.