Inicio ANALISTA POLITICO Y LEGISLADOR Propongo fijar el Día Estatal para la Prevención del Suicidio

Propongo fijar el Día Estatal para la Prevención del Suicidio

Resulta alarmante que se presenten cifras tan altas en un tema que, como vimos, puede prevenirse y atenderse con los mecanismos adecuados y oportunos

Dip. Omar Bazán Flores.- Es de suma importancia catapultar las políticas de prevención del suicidio, esto al observar la estadística creciente de personas que intentan consumarlo. Por ello presenté una iniciativa que busca se declare como el “Día Estatal para la Prevención del Suicidio”, el 10 de septiembre de cada año.

Vemos con lástima la creciente estadística de personas que son rescatadas en la capital, por los cuerpos de seguridad al filo de un puente u otra infraestructura con la idea de lanzarse. 

En estos momentos, el suicidio es un problema de salud pública importante, pero a menudo descuidado, rodeado de estigmas, mitos y tabúes. Cada caso de suicidio es una tragedia que afecta gravemente no solo a los individuos, sino también a las familias y las comunidades. 

El suicidio ha sido calificado por especialistas de salud como la otra pandemia presente en el mundo. 

Cada año, aproximadamente 703 mil personas se quitan la vida tras numerosos intentos de suicidio, lo que corresponde a una muerte cada 40 segundos, según datos de la Organización Mundial de la Salud.

Desde que la OMS declaró al COVID-19 como una pandemia en marzo de 2020, más individuos experimentan pérdida, sufrimiento y estrés. 

En la agenda estatal, centrarse en la prevención del suicidio debe ser primordial para crear vínculos sociales, promover la toma de conciencia y ofrecer esperanza. También, el acercarse a los seres queridos por su salud mental y su bienestar podría salvarles la vida.

Los suicidios y los intentos de suicidio tienen un efecto dominó que afectan no solo a las personas, sino también a las familias, las comunidades y las sociedades.

Recordemos que los factores de riesgo asociados al suicidio, como la pérdida laboral o financiera, el trauma o el abuso, los trastornos mentales y por uso de sustancias y las barreras para acceder a la atención médica, se han ampliado aún más con la COVID-19. 

Ahora bien, existe una necesidad imperante de robustecer las políticas de prevención del suicidio, a ejemplo de Organización Mundial de la Salud, que el año pasado lanzó LIVE LIFE – VIVIR LA VIDA (en inglés y francés), una guía de implementación que consta de cuatro intervenciones clave, para prevenir el suicidio en todo el mundo. Un enfoque multisectorial es fundamental para involucrar a la sociedad y a las partes interesadas en un esfuerzo de colaboración.

Al observar estadísticas en el orbe, el suicidio es la tercera causa de muerte entre los jóvenes de 20 a 24 años en las Américas. Las personas de 45 a 59 años tienen la tasa de suicidio más alta de la región, seguidas por las de 70 años o más.

El abordar la complejidad de las conductas suicidas comienza por identificar los factores de riesgo y de protección. Los factores de riesgo clave abarcan desde los sistemas sanitarios y la sociedad hasta los niveles comunitario, relacional e individual. 

Entre ellos se encuentran las barreras de acceso a la atención de salud, las catástrofes, las guerras y los conflictos, los intentos de suicidio anteriores, etc. Estos factores suelen actuar de forma acumulativa para aumentar la vulnerabilidad a la conducta suicida. 

Por otro lado, aunque la relación entre el suicidio y los trastornos mentales está bien establecida, muchos suicidios también pueden producirse de forma impulsiva en momentos de crisis, como una pérdida económica. Algunos factores de protección son las relaciones personales sólidas, las creencias religiosas o espirituales y las estrategias de afrontamiento y prácticas de bienestar positivas.

Mitigar los factores de riesgo para reducir los medios de suicidio y potenciar los factores de protección para fomentar la resiliencia, pueden reducir de manera eficaz las tasas de suicidio. Por ejemplo, el suicidio impulsivo puede prevenirse restringiendo el acceso a los medios letales. 

Sin embargo, la prevención del suicidio no se ha abordado adecuadamente en muchos países debido a la falta de toma de conciencia sobre el suicidio como un importante problema de salud pública, lo que impide que la gente busque ayuda. El subregistro y la clasificación errónea son agravantes en los suicidios que en otras causas de muerte, debido a su sensibilidad y a su ilegalidad en algunos países. El reto es real y hay que tomar medidas.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, el estado de Chihuahua encabeza la lista de suicidios en el país, con una tasa de 14 muertes por cada 100 mil habitantes.

Solamente en los primeros nueve meses del año pasado, la cifra de suicidios aumentó un 35 por ciento en comparación con el 2020, pues se registraron 844 personas que terminaron con su vida en los primeros 18 meses del confinamiento por COVID-19, según datos de la Fiscalía General del Estado.

Resulta alarmante que se presenten cifras tan altas en un tema que, como vimos, puede prevenirse y atenderse con los mecanismos adecuados y oportunos, pues en muchas de las ocasiones escuchar a tiempo con ayuda de las instituciones correspondientes a las víctimas de esta otra pandemia mundial, puede ser una forma de ayudar a resolver este lamentable problema de salud pública.

Sin embargo, el suicidio se puede prevenir. Las principales medidas de prevención del suicidio basadas en pruebas incluyen restringir el acceso a los medios para el suicidio (por ejemplo, armas de fuego, pesticidas, etc.), políticas de salud mental y reducción del alcohol, y promover la información mediática responsable sobre el suicidio. 

El estigma social y la falta de conciencia siguen siendo los principales obstáculos para la búsqueda de ayuda para el suicidio, lo que pone de relieve la necesidad de campañas de alfabetización en salud mental y contra el estigma.