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Polarización electoral

Alejandro Zapata Perogordo.- Todo el país está inmerso en la dinámica de un año electoral, los temas se vinculan alrededor del proceso que, por cierto, se vaticina competido, los bandos principales construyen el discurso a favor o en contra de la cuarta transformación, lo que coloca en el epicentro a su principal impulsor.

Eso significa que, sin estar en la boleta, López Obrador constituye el principal adversario a vencer por parte de la oposición, la contienda –hasta ahora–, se observa entre dos bandos, aquellos que están de acuerdo con las políticas implementadas y quienes lo consideran un peligro para México.

Ambas partes están obnubiladas, unos en criticar y descalificar y, otros en una defensa a ultranza, despertando pasiones que rayan en el fanatismo, lo cierto, es que existe una gran confrontación que conforme pasan los días, sube de tono: estás conmigo o contra mí.

Los motivos ideológicos, han pasado a segundo término, simplemente cultivo de excesos y cosecha de rencores, es lo que prevalece, atrás quedó el romanticismo de la reconciliación nacional: palabrería pura.

Así, es de advertir que el superficial del arranque en las campañas, aunado a los pleitos intestinos en las organizaciones políticas, provocan están demeritando el desprestigio de la actividad política, extravían los objetivos superiores de las instituciones, exacerban los ánimos de sus correligionarios y simpatizantes, a la par que buena parte del electorado al no encontrar cauce que lo motive simplemente se refugia en el desánimo, la desconfianza y la abstención, al no observar posturas coherentes.

Si bien es cierto, que un segmento importante de la población nos desagrada la manera como se ha conducido la actual administración, solapando a violadores, justificando la falta de medicinas, destruyendo las instituciones, limitando las libertades, tolerando la corrupción e incapaz de combatir la inseguridad y la pobreza, también lo es, que la oposición está atrapada viendo los árboles en un laberinto que le impide observar la amplitud del bosque.

Quienes pensamos que la fortaleza de las instituciones políticas reside en sus principios ideológicos, creemos firmemente que se debe abrevar de ellos, propiciando el debate en la confrontación de ideas y construir una propuesta de contraste frente a las ocurrencias y desatinos provenientes de la actual administración y sus incondicionales, de tal forma que impulse un proceso de concientización ciudadano y abra la puerta a la esperanza.

Ante una realidad que impacta directamente en un deterioro en la calidad de vida de las personas, existe un caldo de cultivo propicio para motivar la participación social, la lucha por la dignidad, los derechos humanos, que deben ser protegidos, garantizados y preservados por el Estado, que lejos de cumplir con ese mandato, han abandonado esa misión.

Ante esa realidad, la lógica indica que el camino a seguir por la oposición es acudir al cimiento ideológico, pues de ahí parte la sustancia y por supuesto, se nutren las convicciones, que abren paso y dan pauta para construir una propuesta de recomposición. En otras palabras, no basta solamente ir en contra, también es necesario presentar alternativas con soporte en valores nacionalistas.

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