Inicio CARTAPACIO Persecuciones

Persecuciones

Raúl Ruiz.- El tema obligado para hoy, sin duda es el de la persecución política que el Gobernador Javier Corral Jurado sostiene contra dos personajes políticos de la entidad chihuahuense: Cruz Pérez Cuéllar, y María Eugenia Campos, ambos, aspirantes a la gubernatura del estado grande de México. El primero, por el partido Morena, y la segunda, por su propio partido, Acción Nacional.

Durante todo el 2020, se ha visto con gran claridad, que Javier Corral se empecina en colocar a su delfín, Gustavo Madero en la candidatura y despellejar viva a la alcaldesa de Chihuahua capital, a quien ha perseguido todo el año sin éxito todavía.

El acoso fue in crescendo, primero un amago: “Tengo la nómina secreta de César Duarte donde aparecen políticos, periodistas y hasta sacerdotes. La corrupción en toda su expresión. Y en ella, aparecen entre otros, Maru Campos y Cruz Pérez Cuéllar”. 

Esto fue desde 2017, pero nunca pudo comprobar que ellos habrían recibido dinero del gobernador César Duarte Jáquez. Pasaron las elecciones del 18 y Corral se enfocó en su obsesión por encarcelar a Duarte, hasta que llegó al poder Andrés Manuel y le hizo el avío.

En el ínterin, armó un justificante al que denominó ‘justicia para Chihuahua’, un perol hirviente dentro del cual fue metiendo uno por uno a los colaboradores cercanos del exgobernador Duarte, a despellejar.

A conveniencia fue distinguiéndolos con la benevolencia del sistema del testigo protegido, que como todos sabemos se trata de acusar a otros cómplices para poder reducir su condena o conseguir su libertad.

Le encontró el sabor a enjuiciar sin pruebas sólidas al grado de afinar el método y hoy se sabe, que a base de las declaraciones “chismolientas” de otros testigos protegidos, pretende enjuiciar a los dos aspirantes a la gubernatura, quizás los más fuertes en sus respectivos partidos.

Mal, se ve a Corral en su postura de adalid de la justicia. Nadie se la cree. Todos los chihuahuenses saben cuál es su propósito y cómo se las gasta. Y en su embestida ciega, no percibe cómo martiriza a sus rivales. En lugar de evidenciarlos con pruebas irrefutables, los hostiga con crueldad hasta volverlos mártires.

Mediáticamente está frito. Los diarios más importantes de circulación nacional y sus columnistas lo hacen trizas. No obstante, en vez de darle un giro inteligente a la estrategia, arremete. Ahora contra su propio compadre, el senador Cruz Pérez Cuéllar.

Utiliza al fiscal César Augusto Peniche para tratar de desaforarlo sin una causa legal evidente. Un escrito sin carnita legal, solo solicitando su desafuero para luego empalmarle un supuesto delito. ¿Qué no debe ser al revés?

En mis tiempos de litigio, primero se instrumentaba un juicio a través de una denuncia o querella. Y si un juez consideraba justa la petición de justicia, obsequiaba la orden de aprehensión. Y hasta entonces, se solicitaba el posible desafuero.

En el caso de Cruz Pérez Cuéllar, solo hay pequeños indicios de que exista una investigación en su contra. Igualmente, con Maru Campos. “Corral no tiene miedo de que pueda ser candidato y luego gobernador, ¡Tiene pánico!”, declaró el senador en rueda de prensa.

¿Qué conseguiría Corral con esta perversa jugada?

1. Esperar la licencia del senador para participar en la contienda interna de su partido y aplicarle la orden de aprehensión para descarrilar su proyecto. Porque entre peras y manzanas le da un rato de fresco bote hasta que pierda su oportunidad de competir.

2. Misma situación en el caso de Maru Campos.

Con esto… ¿Estaría negociando su salida con el posible nuevo gobernador, extraído de Morena? ¿Le estará despejando el camino? Porque Madero no llega ni con chochos.