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Pedimento inútil

Las voluntades débiles se traducen en discursos: las fuertes en actos. Gustave Le Bon, sociólogo francés

Cuauhtémoc Monreal Rocha.- La guerra, la estupidez humana en su máxima expresión, la acaba de mostrar Sir Vladimir Putin, el hombre más poderoso de Rusia y del mundo, quien nació, creció y se educó hasta llegar a la siniestra KGB, bajo el régimen comunista de la entonces Unión Soviética, desaparecida a la caída del Muro de Berlín y cuando sus países satélites de Europa del Este, por fin, lograron recuperar su libertad.

Eso más o menos dice la historia. De pronto, Sir Putin, añorando el poderío soviético de su juventud, en sus momentos de ociosidad y dueño del poder absoluto en su enorme país, comenzó a voltear su mirada hacia una nación indefensa que no pertenecía a la OTAN, como el resto de los países del este que sería largo enumerar, para invadirla a sangre y fuego, como en los mejores días de la Segunda Guerra Mundial.

Y Vladimir, convertido en el dios Marte, ante la indolencia e irresponsabilidad de la comunidad internacional y el mamotreto ese de la ONU, invadió a Ucrania, con el falso pretexto de proteger la seguridad de Rusia, la cual gobierna a su arbitrio, porque así lo quiere el pueblo ruso que, como el de México, también es bueno y sabio.

Ante la tragedia bélica, la embajadora de Ucrania en México, doña Oksana Dramaretska, tuvo la peregrina idea de solicitarle al gobierno de México, encabezado por… ustedes ya saben quién, armamento para la guerra con Rusia, de preferencia aparatos de comunicación, balas, chalecos blindados, cascos, armamento de alto poder, entre otras cosas. 

Fue un pedimento inútil, porque para pronto, el Viejo de Palacio Nacional, le contestó a la atribulada embajadora que…  ¡Nones!, porque México, de gloria suma y de altas empresas ducado, es un país cien por ciento pacifista y no interviene en los asuntos internos de las naciones y que cada quien se rasque, como pueda, con sus propias uñas.

Con esta contestación presidencial, surge una pregunta un tanto cuanto bobalicona: ¿Y si hubiera sido Rusia, o Nicaragua, o Venezuela o Cubita la bella, la que le pidiera armamento al Hombre de Macuspana, para defenderse de una intervención norteamericana, les habría contestado lo mismo?

Lo dudamos, pues al tener don Andrés la misma ideología socialistoide de los gobernantes de esos países, seguros estamos que lo primero que diría es que los apoyaba como un acto de solidaridad humana, porque el hombre tiene más salidas que el metro y de inmediato mandaría al diablo, como es su costumbre, la no intervención y la doctrina Estrada, con el visto bueno de su servil Poder Legislativo y Judicial, salvo opinión en contrario. Vale.