Inicio PALIACATE El relativismo globalizado

El relativismo globalizado

Alejandro Cortés González Baez.- En la página de una famosa librería encontré unos textos ganadores de un concurso publicitario para promover la lectura. De entre ellos me llamó la atención uno que refleja una triste realidad y que, a la vez, resulta ilustrativo sobre una  falacia muy usada hoy en día. La frase en cuestión dice así: “Leer no sirve para nada: 130 millones de mexicanos no pueden estar equivocados”. Esta simpática ironía nos hace ver lo ridículo que resulta el argumento y nos permite desmantelar la “dictadura de las mayorías”. 

En nuestra civilización nos hemos acostumbrado a rendir culto a la diosa democracia so pretexto de la inerrancia de las mayorías, y esta grave equivocación suele producir terribles sangrías a la verdad, a la justicia y al bien común, pues la realidad no está esperando a que la elijamos mayoritariamente —ni que la entendamos— para ser como es. 

Baste recordar que la zona de cobertura de la verdad abarca al universo entero. Si no fuera así las ciencias no podrían descubrir las leyes que nos rigen y todos sus hallazgos quedarían en simples hipótesis. 

De la misma forma en que no podemos afirmar que todo ser humano es racional, tampoco podemos decir que todos los libros son buenos, y no me refiero solo a que estén bien escritos literariamente hablando. Me consta que las malas lecturas han producido daños severos a muchas personas quienes —con complejo de cultos, leyendo sin ton ni son— terminan bastante confundidos, y por lo mismo, muchas veces son personas infelices, pues quien vive en un “mundo indefinido” no puede gozar de la realidad. 

Pocas ideas claras y verdaderas son mejor que muchas y confusas. Azorín decía que es mejor leer dos veces un libro bueno a leer dos libros malos.

La defensa indiscriminada de la diversidad cultural es presentada a menudo como una forma para propiciar el igualitarismo entre las culturas, pero el culto a las diferencias fomenta la discordia entre los individuos y entre los pueblos porque, aunque aparentemente coloca a todas las culturas en el mismo plano, los valores de cada cultura terminan siendo contrarios entre sí y quedarían exentos  de ser estudiados racionalmente. 

El relativismo es una manifestación de la libertad. Sin embargo, la misma libertad, en cuanto posibilidad de elección, es una cualidad limitada por la misma naturaleza humana. Existen unos derechos éticos universales e inmutables por encima de construcciones culturales nefastas, como lo son el canibalismo, la lapidación bajo juicios sumarios, el aborto y muchos más.

El relativismo pone en peligro los derechos del hombre y eso nos llevaría a pensar que todas las leyes y tradiciones son rasgos culturales dignos de ser conservados como si fueran logros valiosos. Una libertad que rebase la naturaleza del hombre necesariamente terminará siendo tóxica… aunque la mayoría vote a su favor. No olvidemos que las degradaciones culturales nunca son explosivas, sino lentas… como la humedad.

www.padrealejandro.org