Daniel Valles.- Ayer, 1 de julio, entró en vigor un tratado de libre comercio entre Estados Unidos, Canadá y México. El T-MEC. Sustituye al anteriormente conocido como NAFTA, por sus siglas en inglés, TLCAN, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, en español. Herencia en México, claro, del gobierno de Carlos Salinas de Gortari.
Fue en 1994 cuando el TLCAN entró en vigor y al igual que hoy en día, se tenían grandes expectativas por sus beneficios para los países firmantes. Sin negar que sí los haya tenido, también funcionó de manera un tanto inequitativa.
Las diferencias entre dos países desarrollados y otro como México, en vías de desarrollo, marcan diferencias notables y sustanciales. Hoy con el TMEC ya en vigencia, la situación no es muy diferente a 1994. México sigue siendo un país subdesarrollado.
Por otro lado, tenemos a un gobierno, el mexicano, que se jacta de no ser neoliberal, pero que ha ratificado un tratado que puede y debe de ser enmarcado en tal concepto. En el mal nombrado y de manera peyorativa por cierto “neoliberal”.
El T-MEC fue negociado en su contexto y totalidad de sus clausulados por el gobierno de Enrique Peña Nieto. Seguramente que el presidente de México hará referencia al tratado como la herramienta que habrá de impulsar la economía mexicana a la recuperación. Pero, no será así. Cuando menos de manera inmediata. ¿Por qué?
No solo por el efecto de la pandemia, sino porque la economía mexicana antes de ésta ya experimentaba problemas graves. Con una deuda que ha crecido en más de dos mil millones de dólares. El decrecimiento observado en el 2019 muestra que se tienen graves problemas ante la falta de una recaudación hacendaria eficiente que incluya a más contribuyentes y trate con la informalidad.
De acuerdo a datos del mismo gobierno federal, la pandemia ha costado ya más de un millón de empleos y la pérdida de 10% del PIB. La situación en México no luce nada bien.
La recuperación no será fácil y menos pronta. Si el presidente López Obrador se atreve a decir, que de seguro lo hará, que vamos bien y que pronto nos recuperaremos, estará no solo exagerando la situación, sino que estará mintiendo descaradamente. Y sabemos que la mentira es una forma de corrupción.
El tratado actual es un acuerdo que “sí o sí” debía entrar en vigor. Ninguno se podía echar para atrás tan fácil. No tengo duda de que las señales enviadas en 18 meses por el gobierno mexicano, deben haber puesto a considerar hacerlo a los países que con México lo han ratificado: EU y Canadá. ¿Por qué?
En primer lugar porque faltaban cinco leyes para armonizar el Tratado comercial entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), así como el acuerdo de cooperación ambiental. Éstas fueron aprobadas el martes pasado, durante sesión extraordinaria. La votación fue unánime.
Y en la negociación, ha sido el PRD, que vuelve a ser fracción parlamentaria, uno de los que han ganado. Le pasaron un senador para ello. ¿Qué hubiere pasado en caso contrario? Ahí queda para la especulación. Pero habrían tenido que sentarse más adelante, ya firmado, a renegociar.
¿Por qué no será fácil, ni pronta la recuperación? Sobre el tratado pesa el antecedente de la cancelación de obras y de inversiones que la administración federal mexicana actual ha ejecutado. Primero sobre el aeropuerto en Texcoco, después en la cervecera en Mexicali. Esto no ha sido bien visto por los firmantes del tratado.
Por ello, las declaraciones del presidente de la International Chamber of Commerce México (ICC México), Claus von Wobeser, quien sostuvo que el principal reto para el país ante la entrada en vigor del T-MEC será el cumplimiento de las reglas y del Estado de derecho, lo que atraerá inversiones que contribuirán a revertir los efectos “devastadores” para la economía que ha dejado la pandemia de Covid-19.
Quienes invierten en el país esperan reglas seguras y el respeto de los acuerdos que se toman para con base en ellos realizar los contratos que traen las inversiones y los empleos.
El sistema neoliberal, mal llamado así por la administración López-obradorista, funciona de esa forma. Pero él cancela lo que se le antoja y las cancelaciones de las obras en plena construcción enviaron una muy mala señal al mundo. La pregunta es: ¿Qué tan seguras estarán las inversiones que vengan en el futuro?
El presidente de la International Chamber of Commerce México (ICC México), Claus von Wobeser, sostiene que es el principal reto para el país: El cumplimiento de las reglas y del Estado de derecho.
Por su parte, la subsecretaria de Comercio Exterior de la Secretaría de Economía (SE), Luz María De la Mora Sánchez, aseguró que el T-MEC traerá beneficios para el país, pero dependerá de las autoridades y empresas aprovechar las oportunidades que ofrece.
Y aquí otro embrollo. La autoridad no ve con buenos ojos a los empresarios. Bueno, a algunos sí. La Coparmex está trabajando sin el respaldo del gobierno en un plan de rescate empresarial. De hecho están por lanzarlo. Su presidente nacional, Gustavo De Hoyos, ya dijo que van sin el gobierno.
Y tiene una ventaja, es la empresa la que genera empleos y trae inversiones. Pero tienen una desventaja: Que es la autoridad la que debe crear las condiciones para que lleguen las inversiones haciendo cumplir el Estado de Derecho. Entonces ahí estará; El Meollo del Asunto.