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Niños y dinero

Rodrigo F. Chois.- El dinero, ese objeto físico y ahora virtual que nos permite comprar bienes y servicios para calmar y satisfacer nuestras necesidades, es un bien bastante particular. Tiene valor solamente por el hecho de que el tendero nos lo acepta sin reparos y a cambio de él nos entrega víveres para saciar nuestra hambre.

Y esa magia de “solo si nos lo acepta” es lo que hace al dinero asombroso, ya que, y en caso contrario, solo sería papel impreso sin valor, algo que han podido evidenciar amargamente nuestros vecinos foráneos.

Pero aún más fascinante que el concepto de por sí abstracto del dinero es tal vez el primer acercamiento con él que tienen los niños. En sus mentes es algo que raya con la magia.

“No más Sebastián, ya no tengo más plata”. Le dice mi novia a su pequeño de cuatro años cuando el chiquillo le insiste en que quiere seguir disfrutando de los juegos que hay en el centro comercial. El niño la mira con malicia y le expresa: “Pues vamos al cajero, metes la tarjeta y él nos da más plata”. Y sonriendo remata: “Nos da toda la que queramos”.

¡¿No es maravilloso el mundo que habita en la cabeza de los niños?!

Cuando ellos aprenden a contar, comienzan entonces a tener cierto concepto de lo que significan los billetes y las monedas que depositan en sus alcancías. Y es entonces cuando los adultos tenemos el reto de enseñarles sobre el dinero, cómo se adquiere con esfuerzo y dedicación y –lo más importante- las cosas que se pueden y las que nunca se podrán comprar con él.