Inicio MIENTRAS TANTO VIVO Nadie sabe lo que gana cuando pierde

Nadie sabe lo que gana cuando pierde

Carlos Tuto Alban.- El paso por este mundo es una escuela, donde se ganan cursos, se pierden materias, se reprueban años escolares y se reciben diplomas. Cada uno se inscribe y opta por el título para el cual quiere certificarse en esta Universidad de la vida. Existen maneras de enfrentar cada reto que nos ofrece nuestro paso por aquí y también de analizar qué tanto has aprendido.

Más allá de saber quién es el evaluador final de este curso, si Dios, el universo, tus maestros, la naturaleza o tus padres, solo hay una verdad en la que todos coincidimos y es que hay vida antes de la muerte, y por esa razón debemos asumir nuestro paso por este plano como una oportunidad.

Nos movemos entre dos extremos, ganar y perder, y en cualquiera de los dos debemos estar alerta para saber qué estamos aprendiendo y cómo podemos crecer con cada situación que enfrentamos.

El objetivo fundamental de ‘Mientras Tanto Vivo’ es compartir herramientas que permitan crear o validar nuevos paradigmas que ayuden a abrir la mente para ampliar la conciencia y así saber  a qué vinimos a este mundo. 

No basta estar dentro del bosque, es necesario mirarlo desde arriba y paradójicamente cuando nos distanciamos y tenemos la capacidad de analizar e interpretar desde cualquier disciplina científica o no convencional, es cuando estamos conociendo más nuestro interior.

Si me enfrento a situaciones como perder a un ser querido, estar enfermo, tener problemas económicos, tener demasiado, poco o ningún trabajo, entre otras historias que la vida nos obliga a construir, debemos abordar estos o cualquier hecho como situaciones propias de nuestra condición de ser humanos. En ese camino de aprendizaje, incluso en las pérdidas más difíciles, allí también estamos aprendiendo.

Así como necesitamos aprender a sumar y leer para comprender mejor el mundo, existen otras técnicas que nos enseñan a enfrentar situaciones a partir de premisas como, por ejemplo, ser conscientes que nada nos pertenece, que todo cambia, pero más allá como dicen muchas de las disciplinas orientales, cada situación positiva o negativa también pasará y yo iría más allá con esta definición, para decir, también se transformará.

Les contaré parte de mi historia: en un lapso de 4 años tuve 16 pérdidas, desde la muerte de mi madre, mi divorcio, estar a punto de caerme de un avión, para citar algunos casos. Mientras pasaban esas situaciones, me preguntaba: ¿Qué estoy aprendiendo? ¿Qué tan responsable soy de lo ocurrido? ¿Qué me está significando esta enfermedad? ¿Qué señales estoy recibiendo hoy del Universo? ¿Qué mensajes me están entregando y no me he atrevido a leer y especialmente a compartir?

En resumen, esta serie de circunstancias me llevaron a reafirmar que es necesario viajar hacia adentro y así desde la comunicación, cuya definición más simple es poner común para la acción, creé un portal  virtual: www.mientrastantovivo.com, un producto que recogió la historia de un viaje que hice desde Colombia a Australia, donde quería encontrarme conmigo. Cuando regresé a mi país, tuve una conversación con mi amiga y colega Adriana Santacruz, decidimos volver las largas conversaciones que habíamos tenido en la vida, en un espacio virtual para tener invitados que nos enseñaran y con quienes compartiríamos nuestras vivencias alrededor del ser y su búsqueda interior. 

Así, cada viernes a través de Facebook live, a las 7 de la noche, hora de Colombia (5 de la tarde, hora de Ciudad Juárez), se volvió una cita obligada con amigos que han estudiado al ser humano, que enseñaban y aprendían de los cómplices que nos acompañan con sus opiniones, sus preguntas o sencillamente escuchando.

 Si comunicando sirvo, contribuyo a mi sanación y a la de los demás. Esta es una de las lecciones más importantes que me ha dejado este camino.

Somos humanos y a pesar de nuestro camino y nuestro conocimiento, a pesar de las enseñanzas que nos dejan la vida y los libros, la reflexión y la disciplina, se presentan altibajos; hoy la calma se puede volver un estado de ira, el amor que sentimos se puede ver alterado por un sentimiento contrario; es como cuando vamos ganando la asignatura en la escuela y de repente por alguna razón nos hacen la pregunta de la que no tenemos respuesta y reprobamos.

Lo importante es que ahora hay conciencia del comportamiento, existe reflexión y compromiso para tratar de darle un mejor manejo a cada situación, por nuestra tranquilidad y la de quienes nos rodean.

Es un camino por recorrer, cada uno escoge las asignaturas que le permiten su crecimiento, Un monje hindú me decía que “el camino a la espiritualidad es como una pirámide, cada uno busca un lado y al final todos llegan a la misma punta, que es llegar al punto donde estás bien contigo y con el universo”.

Aprendí de Eknath Easwaran, autor entre otros libros de “La conquista de la mente”, una serie de pasos que nos permiten enfrentar la cotidianidad, y el primero y seguramente el más importante es la meditación.

Para meditar debemos buscar un lugar, que ojalá sea siempre el mismo, de esta manera empezaremos a encontrar calma desde el momento en que entramos en él. Además, propone tener una oración de antesala, lo cual significa limpiar el camino. Los grandes maestros de la humanidad han enseñado oraciones o mensajes que nos permiten abrir la puerta para el viaje interior.

También es muy importante tener un nombre sagrado o mantra que es un arma para encontrar la quietud, para enfrentar los pensamientos que siempre llegan.

En la Universidad de la Meditación en Tailandia aprendí una definición que valoro mucho: Meditar es medicar. Mas allá de cualquier disciplina o práctica religiosa, la meditación sana la mente, las células y por lo tanto el cuerpo. 

No luchemos con los pensamientos que llegan mientras meditamos, sóplalos y siente como si fueran nubes que desaparecen.

Puedes hacer una práctica diaria de  10, 20, 30 minutos y ojalá siempre  a la misma hora.

La meditación me enseñó a ser más calmado, a no tener prisa, bueno tanta prisa, a ser consiente de mis sentidos y de lo que cada uno me permitía desarrollar, que no es otra cosa que la conciencia del presente.

Orar, meditar y contemplar son las llaves de la tranquilidad para seres humanos como usted o yo, que estamos tratando de pasarla de la mejor manera por este mundo y por ello a pesar de la adversidad o de la felicidad, pase lo que pase no podemos olvidar que mientras tanto vivo.

carlos@mientrastantovivo.com

Artículo anteriorAnuncian la llegada de 30 nuevas unidades policiacas
Artículo siguienteEn la Hoguera