El ex astro argentino del fútbol Diego Armando Maradona no había consumido alcohol ni drogas ilegales previo a su muerte, según determinaron las pericias toxicológicas.
En cambio, los estudios revelaron presencia de psicofármacos (venlafaxina, quetiapina, levetiracetam y naltrexona), que recibía por su tratamiento tras la intervención quirúrgica en la cabeza y su adicción al alcohol.
Estos medicamentos producen arritmia y Maradona padecía una miocardiopatía dilatada, lo que podría haber complicado su cuadro de salud.
El “10”, de 60 años, murió el 25 de noviembre último en una casa del barrio privado San Andrés, en Tigre, periferia norte de Buenos Aires, víctima de una descompensación cardíaca.
La Justicia investiga si el neurocirujano Leopoldo Luque y la psiquiatra Agustina Cosachov cometieron “homicidio culposo” (es decir, sin intención) por “negligencia” en el tratamiento médico.
El equipo de fiscales a cargo del expediente recibió el resultado de la Policía Científica y ahora convocará a una junta médica interdisciplinaria para establecer si los profesionales incurrieron en una mala praxis.
Según la familia de Maradona, su muerte era evitable, por lo que apuntaron contra su entorno y Luque.
El neurocirujano, de 39 años, fue sindicado por las hijas de Maradona como el médico que se hacía cargo de su salud, algo que él niega. “Diego Maradona decidía por sí solo y rompía constantemente los contratos tácitos con sus profesionales”, manifestó en un escrito presentado en la Justicia.
El médico realizó la intervención quirúrgica al “10” por un hematoma subdural (hemorragia en la superficie cerebral) el 3 de noviembre en la Clínica Olivos, de Vicente López, en las afueras de Buenos Aires.
Ocho días más tarde, Luque avaló, junto a la psiquiatra Agustina Cosachov, y dos hijas de Maradona (Gianinna y Jana), su traslado a una casa en el barrio privado donde finalmente murió.
Xinhua
