Dr. Arturo Castro.- Las acciones y los hechos políticos parecen cíclicos, las controversias nunca están exentas en el uso del poder público, cada periodo de gobierno parece ser solo uno más, pero en el ejercicio parece ser lo único que existe, la potencia para hacer algo a veces se convierte en prepotencia.
La ambición por hacer las cosas de la mejor manera se trunca por el poco presupuesto, el gobierno federal lo tiene a manos llenas, los estados de la República a manos medias y los municipios esperan lo que les toque,
La política es un juego efectivo donde el discurso tiene un papel preponderante, entonces de ahí surge la promesa de futuras acciones de beneficio social o de grupo de interés que en eso se queda y en tanto se revive la ilusión con la nueva campaña electoral, que ofrecerá lo mismo con otro nombre.
Los políticos son aquellos que se dedican a la política, quienes llegan al poder público y no lo son, representan la condición que se dio en su derredor como un espacio de oportunidad. Los oportunistas son aquellos que sin importar ideología o rumbo político acceden al poder sin importar las formas.
El ritual político es el mismo de siempre, es darle legitimidad a un sistema establecido a través de elecciones que se dicen democráticas, por el solo hecho de contar con la participación ciudadana, los partidos políticos tienen sus reglas que en todo caso son puestas en duda constantemente en la selección de sus líderes y de sus candidatos.
Los valores en la política están ausentes, es el arte de tragar sapos sin hacer gestos, es aguantar la soberbia de quienes acceden a niveles insospechados en algún momento de la vida. Veanse los casos del momento.
La ruptura con los viejos cacicazgos es de todo el tiempo, ya que los nuevos grupos en el poder desean tener su propia historia, asimilan que el pueblo los necesita y con un manejo hábil le llaman democracia, que sí lo es, en este caso dirigida.
La democracia dirigida es aquella que tiene una línea de operación para llegar a resultados esperados, para ello se tienen diversos factores centrados en el proyecto, se reúne entonces, disponibilidad de los actores como lo son sociedad, empresarios, partidos políticos, órganos electorales, etc.
El resultado electoral nunca va a mencionar los dados cargados por algún candidato, la expresión cotidiana es que gana el mejor, el de mayor número de votos, no existe constancia de la marginación de los oponentes, solamente un final feliz.
El oficio político es de una plena satisfacción, aunque también aparecen en algún momento la ingratitud, la envidia, la competencia desleal; la sociedad tiene derechos a plenitud, pero utiliza el de la urna como si fuera el todo, deja la voz a los líderes para que la defiendan de los inconvenientes que se presenten.
Los dados cargados aportan definiciones políticas, se ven en todos los partidos políticos, en las organizaciones de la sociedad civil, se dan desde adentro y se recrea públicamente la legitimidad de las decisiones unipersonales.
Existen muchos fenómenos sociales, la política es de difícil entendimiento, la designación de postulantes en la boleta electoral es la baraja de los intereses que se tienen, se reinventa la política como en el casino al iniciar un juego.
Escribir sobre el ritual político es fácil cuando se conoce, cuando se aprecia el círculo vicioso de los hombres del poder, la onda es poner en cargos públicos a los amigos, dejando a los expertos estar en su propia dimensión.
La influencia indirecta de la política es la de pensar en la existencia de un bienestar común, es la de tener un gran país en el que unos dicen que los otros se lo acabaron, llevándose el bocadillo a la boca al mismo instante. Discursos y hechos son conceptos de una amplia diferencia.
El ritual político ofrece un gesto estabilizador, los dados cargados, la presunción de apuesta porque todo salga bien, la política es algo cercano a la sociedad, tiene una pertenencia racional y material, le hace sentir copartícipe de las decisiones que nunca toman, pero sí se les informa.
Es triste que se tenga memoria para recordar las malas horas de algún gobierno o de algún político, a veces el tiempo perdona, otras veces dirían los políticos con órdenes de aprehensión por corrupción, castiga por ayudar a la gente.
Un factor importante son los valores éticos de los políticos, de aquella preparación educativa y de experiencia a lo largo del ejercicio público, de una madurez que rehúya la motivación de la corrupción, aquella riqueza simbólica de tomar lo ajeno para su bien particular.
Creo que hay políticos que nacen para servir y no para hacer grillas subterráneas. La crítica es que por unos pocos la llevan muchos más.