Alejandro Zapata Perogordo.- El anuncio de diez gobernadores que salen de la Conago pone en jaque a esa organización, ya que su creación y diseño obedece a una reacción federalista a finales de la década de los noventas, cuando se veía inminente la alternancia, estaba en juego un proceso de transición y la relación entre los estados y el centro, la definición de nuevas reglas, la coordinación entre órdenes de gobierno y la distribución del presupuesto, fueron factores claves que animaron su construcción.
Desde luego que había intereses políticos y partidistas en medio, los gobernadores responden a diferentes institutos políticos, por lo tanto, para evitar el uso faccioso del órgano colegiado se determinó que sus acciones y posicionamientos debían salir por consenso, acuerdo aceptado por todos y que finalmente se convirtió en un elemento decisivo para integrar a la totalidad de los gobernadores del país, incluyendo al Distrito Federal.
Ese ejercicio ha dado sus frutos. En algún momento se llegó a mencionar que representaba la real soberanía nacional, también tuvo efectos positivos como vehículo de diálogo y entendimiento con la federación, además de un foro permanente para tocar puntos sensibles en los procesos de transformación y el intercambio de experiencias.
Por otra parte, a los presidentes de la República no siempre ha sido de su agrado esa instancia, los incomoda y les molesta, pues desempeña un papel de contrapeso y no es lo mismo ver a cada gobernador en lo individual que a todos juntos. Por esa razón tiene singular importancia la cooptación de algunos de ellos para contener afanes federalistas que pueden ser impulsados por esa organización dando al traste con las intenciones centralistas.
Cabe añadir, que a muchos de sus integrantes les faltó visión; les ganó la ambición; o bien, respondieron a intereses alejados de los fines de esa organización, se han prestado a la estrategia de contención aprovechando las reglas del consenso para detener propuestas y acciones tendientes a una transformación del régimen federalista, que no son bien vistas por el gobierno central.
Así, el foro se ha ido agotando, entre los conservadores que impiden cualquier postura susceptible de equilibrar la relación Estado-Federación frente a los mandatarios que impulsan cambios para fijar nuevas reglas encaminadas al fortalecimiento de sus entidades, buscando mayor autonomía, menor dependencia del centro y mejorar los procesos de coordinación.
Visto desde otra óptica, el abandonar ese foro por parte de gobernadores de importantes estados, de manera significativa los del norte del país y, lo simbólico e importante de Jalisco, Guanajuato, Michoacán y Colima, sin hacer menos a algunos que seguramente se van a sumar, no implica dejar de lado su lucha federalista, sino exhibir a sus colegas de entreguistas y carentes de voluntad.
Lo anterior deja a la Conago sin ninguna legitimidad, la Conferencia Nacional de Gobernadores deja de ser un instrumento viable, prácticamente se acabó, queda como instancia agotada sin fuerza moral, la crisis política la alcanzó, esa ruptura la pone en franca agonía.
Ahora el segundo paso va a consistir en que los mandatarios rebeldes construyan una plataforma institucional que sea de utilidad nacional para dar cauce al debate, al advertir que ese espacio se encuentra vacío y es urgente llenarlo, se requieren voces de estadistas.
Es de reconocer la firmeza de quienes se han atrevido a dar esos pasos, la decisión trasciende más allá de la nota mediática, el retirarse de la zona amurallada en aras de construir un camino transitable abre esperanzas e inspira confianza.