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La sociedad no carga culpas ni rencores

Dr. Arturo Castro.- Las relaciones humanas tienen muchos vínculos, algunos difíciles de medir, la periodicidad de sus emociones se manifiestan permanentemente, si se comparara la vida de antes con la actual, sería la misma en diferentes condiciones.

La violencia siempre ha existido, como temática de análisis es muy abundante la recuperación de hechos y acciones, tanto oficiales como particulares. Esto es sobre guerras entre naciones y pleitos de pandillas en cualquier rincón del país.

La evaluación de las cosas positivas y negativas que carga la sociedad, arroja que se siente bien con lo que tiene, si tiene solamente educación primaria, el individuo se autoevalúa como satisfecho al igual que en otros niveles educativos.

La investigación en tópicos sociales, políticos y públicos es abundante, son muchos los eventos que la historia describe, se considera cualquier actitud o hábito para describir el porqué y así medir la satisfacción o insatisfacción de aquel momento.

La promoción de políticas públicas trascendentales es la obligación de todo gobierno, generar proyectos y programas que redimensionen continuamente el ámbito público provoca que el pacto con la sociedad continúe vigente.

La sociedad es la receptora continua de las políticas públicas producto de la decisión que tomó el día electoral, en ocasiones se siente bien y otras tantas, las más, se siente mal por su error a la hora de marcar la boleta respectiva.

No se culpa porque fue una decisión momentánea, de castigo a los gobiernos que antes veneraba, no tiene rencores porque es indiferente a la vida de los demás; de la política menos, porque nunca ha llegado a conocerla.

Solo los spots de que todo cambiará, de que la sociedad estará mejor con bienestar o algo así, el engaño no parece cierto pero lo es, la política permite de todo, es el arte de tragar sapos sin hacer gestos.

Cada quien carga su verdad, lo que parece serlo porque en el ámbito público gran parte es mentira, se busca incidir la realidad con fantasías, léase una rifa de avión sin avión, cuyos ganadores fueron mayoritariamente hospitales.

La burla es burla porque lo es, el pueblo parece que no piensa que existe un engaño, lo ve sin replicar, vive la vida feliz que el INEGI documenta en sus estudios desde 2012 cuando se empezó a medir el nivel de bienestar de los mexicanos.

Quien no tiene educación primaria dice estar contento como aquel doctor que se graduó con honores, la sociedad está compuesta de individuos contentos con su propia condición, tal vez porque es lo único que conocen.

La sociedad no se culpa a sí misma porque no es reflectiva, no le conviene un harakiri como modelo común de su vida común, solo vive por vivir, sin culpas, ni rencores.

Es un modelo de desarrollo cotidiano en el que el gobierno parece ser una solución, cuando existe como condición. La farsa, la mentira, la corrupción que existe y que denuncia todos los días el presidente de México es solo eso, una condición de lo que se vive y vivirá.

El presidente acusa, la sociedad acusa, yo acuso, todo mundo acusa y nadie hace nada, el libertinaje público siempre ha existido, existe y existirá hasta que la tecnología lo permita y se logre una convivencia como de película, aquella de “Stars Wars” donde los terrícolas convivían con los extraterrestres sin diferencia alguna.

La sociedad está harta de mentiras, pero juega el juego que todos jugamos creyendo una vez más en lo que se le ofrece, la política es un arte, es una ciencia, la sociedad es un pueblo, tal vez una masa. Creer es importante, hacer es un reto, la política como devoción siempre será lo mejor para la sociedad.

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