Dr. Fernando Antonio Herrera Martínez.- La política se transformó es un juego complejo y retorcido que afecta a todo el mundo, lo quiera o no. Pero es el ser humano el que falla, no la política.
Si la victoria efímera en el Senado, de extender el plazo de militarizar el país, los llena de gozo, no se jacten mucho, porque el gozo se irá al pozo, cuando la gente se dé cuenta y, será muy pronto, que son los abrazos el problema, los militares no son para repartir abrazos y menos sirven para darle seguridad a la gente.
La mayor parte de quienes escribimos o analizamos entendemos que hay una parte de la cúpula militar engañada y engatusada con poder y dinero, y al fin jefes, respaldados por el Jefe Máximo, aprovechan la lealtad y disciplina de otros generales, jefes, oficiales y tropa, pero eso no durará, porque en el Ejército terminará por imponerse el amor a su gente, porque de lo dicho por el presidente, lo único cierto es que sí son pueblo uniformado y será lo que prevalezca.
Y hay muchos que entienden que lo que está pasando no es correcto ni digno. Y que en su vocación de militares se lleva en el pecho, por dentro, el amor a la patria, y que ningún hombre, así sea el propio presidente, puede ordenar que se viole la Constitución ni ordenar que se volteen para otro lado mientras se asesina a la población, y que tampoco debe pedirles que huyan y menos que se dejen humillar por los delincuentes, tampoco que los suelten y dejen libres.
Podrán engañar por un tiempo a una parte de la cúpula militar, pero no podrán engañar a todo el Ejército por todo el tiempo.
En el Ejército no se necesita una rebelión, bastaría con que todos los Generales de División se reúnan con el presidente y le pidan cambiar esa política de abrazos. Estoy cierto de que son muchos más los militares honestos y leales que los que se arrodillan por poder y dinero.
AMLO perdió el rumbo y ha hecho pedazos todas las máximas de la política, se ha creído que su poder es omnipotente, como un mesías que vino a salvarnos de nuestros pecados. La enfermedad del poder es incurable.
Lichtenberg, escritor alemán, dijo: “Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto”.
Cuando alguien arriba al poder con una bandera y en el camino traiciona a su pueblo cambiando de opinión, se mete en un dilema del que ya no podrá salir; así lo dijo el héroe presidente de Estados Unidos Abraham Lincoln: “Un dilema, es un político tratando de salvar sus dos caras a la vez”.
Si un presidente se sirve a sí mismo, pretendiendo hacer creer que sirve a los demás, comete un engaño cruel, indigno y perverso. Desde que tengo memoria hemos sido víctimas de abusos de poder por partidos y políticos corruptos sin escrúpulos. El sistema político, si alguna vez lo tuvimos, ya se agotó, ya no sirve, urge cambiar todo.
México estaba harto de gobiernos corruptos y rateros. Fue por eso que muchos, tantos como 30 millones, quisieron ir por el cambio y así votaron. Pero es doloroso darnos cuenta de que otra vez erramos, que nos equivocamos, al grado que muchos, demasiados, aún se niegan a ver la realidad y reconocer el terrible error cometido, y todavía se aferran a seguir a un megalómano que se cree sus propias mentiras y ellos con él.
Ojalá podamos corregir a tiempo. Tendrán, tendremos que despertar de esta pesadilla. Hoy estoy ausente de las actividades políticas, pero la ausencia es presencia y el silencio grita más fuerte que los reclamos.
Pd.- surge otra de Hefesto Corral: ahora son diez millones del CEN del PAN los desviados. Se acerca el tiempo. Tic toc, tic toc.