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La perdurable obra de Jesús: Su misericordia

Antonio Fernández.-San Juan Apóstol y evangelista, preparó a los tiempos sobre el orden que Dios dispone en los asuntos celestiales, no nos entendamos seres humanos menospreciados por no dejarse Dios Nuestro Señor ver de nosotros.

Y más ahora que cualquiera dice tener “derecho” a que por simple curiosidad y no por convicción quiere por decir se recorra el velo del Templo, “solo para ver qué es lo que hay”.

Por el contrario, sería mérito de grandísimas dimensiones si es que Dios llegara a dejarse ver, pero eso no será posible porque nadie tiene los merecimientos para ello.

A la Santísima Virgen María, su madre de la tierra, en el pesebre de Belén, le fue concedida la gracia de ver y recibir del Espíritu Santo al Verbo Encarnado; San José y los Santos Apóstoles tuvieron la fe sublime esperada por su Señor y vivieron siempre a su lado porque creyeron que Jesús es el Hijo de Dios y es Dios.

Reza San Juan: “Nadie ha visto jamás a Dios; el Dios, Hijo único, que es en el seno del Padre. Ese le ha dado a conocer”. Les fue concedido a sus discípulos la gracia de permanecer al lado de su Maestro en la peregrinación por el mundo, y escuchar la revelación de Jesucristo Nuestro Señor sobre la razón de su venida: “Salí del Padre, y vine al mundo; otra vez dejo el mundo y retorno al Padre”.

Su palabra tiene un fundamento en todo el sentido de la realidad del conocimiento de Dios, revelado por su Divino Hijo Jesucristo, a quien pertenece la iniciativa de darlo a conocer y no dejarlo de manifestar.

Afirma San Isidro la indiscutible realeza divina: “Él es algo invisible que debe buscarse, no con los ojos, sino con el corazón”. He aquí la problemática que ha existido en todos los siglos, pocos de los muchos en cada generación lo buscaron de corazón y lo encontraron e hicieron suyo.

Al hacerlo, lo hicieron de verdad y por la fe en Él, su corazón encontró la perdurable obra de su misericordia, por los muchos que pasaron por la vida vacíos y viviendo en la oscuridad.

Dios Nuestro Señor, principio y fin de todo lo creado, de las personas que pasan por este mundo de prueba y de todo cuanto existe en el universo, creador de cielos y tierra, en un instante todo está a su vista y en un momento conoce lo profundo que guardan las almas porque su celo es salvarlas pues han sido creadas a imagen y semejanza de Dios.

Canta su misericordia teniendo por los pecadores su benevolencia salvadora, vino a salvar las almas del pecado; el demonio activa los medios de la tentación y de él es la trampa para hacer caer al cristiano católico, por lo que es comprender son las almas que más desea hacer suyas y con más ahínco arrebatar a su vencedor Jesucristo Nuestro Señor,

¿Qué necesita el ser humano para asimilar en los valores del alma, memoria, entendimiento y voluntad la trascendente virtud de la misericordia de Dios? Como no hay comprensión ni ánimo de cumplir se deja “al ahí se va” el primer mandamiento de la Ley de Dios.

Bueno es aprender de la pregunta que hizo el doctor de la Ley a Jesús, quien le dijo: “En la Ley, ¿Qué está escrito? ¿Cómo lees? Y el (doctor) replicó diciendo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza y con toda tu mente, y a tu prójimo como a ti mismo“.

La valiosa enseñanza de Jesucristo Nuestro Señor es a todos los tiempos clara, sencilla y real; veámonos a nosotros mismos en ello, obvio que muchos cristianos católicos conocen los mandamientos y los cumplen, pero bien sabemos que si no todos, sí la mayoría de los mandamientos de la Ley de Dios son desconocidos.

En unos olvidado porque no se han vuelto a acordar de ellos involucrados en las cosas del mundo, y como los aprendieron de niños, hoy en la vida de joven fuerte, de hombre maduro y de hombre sabio no se valora la trascendencia del precepto de Ley dado por Dios para la vida diaria. Este precepto es hasta morir.

A cambio se dice: “eso es cosa de niños”, se da el acierto de verdad y se dice: las cosas conforme vamos caminando por el mundo son diferentes, “eso de los mandamientos quedó atrás”.

Criterio fuera de lugar, ese doctor de la Ley ostentoso pidió a Nuestro Señor que le dijera cuál es el mandamiento principal, terminó recitándolo como lo has leído, era un hombre maduro y de edad avanzada que él como muchos saben los mandamientos de memoria, pero que en nada los practican.

¿Qué pasará si en ese momento muere el pecador sin tener tiempo de arrepentirse? El demonio ganó y el dolor en el corazón de Jesucristo es una lanza más traspasada, el amor del Padre amoroso es perdurable en su obra de misericordia. Esto no existe en las leyes de la tierra, solamente en la voluntad misericordiosa de Dios Nuestro Señor.

hefelira@yahoo.com