Padre Mario Manríquez.- Podríamos titular esta semana la “Semana de los videos”. Por un lado el famoso video de Lozoya, pero que en realidad Lozoya nunca ha dicho que sea de él y por otro lado el video del hermano del presidente de la República, que ya dijo el presidente de la Republica que sí es él. Los dos videos nos demuestran que asistimos al triste espectáculo de la decadencia de la clase política mexicana. Me recuerda aquel dicho popular: “Se enojaron las comadres y salieron las verdades”.
La gran ventaja la llevan sin duda los expresidentes de la República por el simple hecho de que a su manera, con sus limitaciones, personales e institucionales, lograron sacar adelante su compromiso sexenal sin llevar al país al caos ni a la autodestrucción. Incluso la misma democracia logró sobrevivir ya que en el 2018 el proyecto de la oposición ganó las elecciones.
El problema verdadero lo tiene el que es actualmente presidente de la República Mexicana, es él quien tiene la grave responsabilidad de preservar la democracia, de sostener la economía, de atender la contingencia sanitaria de la pandemia, de buscar sostener el esfuerzo educativo, lidiar y tratar de contener también a los grupos del crimen organizado que operan en nuestro país y que han tenido indudablemente intervención en todos los ámbitos de la vida de nuestro país.
Pretender que los expresidentes de la República vengan a restaurar nuestro presente es simplemente absurdo; ellos ya fueron y nunca más serán encargados del país. El encargado del despacho presidencial es el señor López Obrador y de nada sirve que se la pase hablando de la corrupción, de los delitos y de los neoliberales en tonos despectivos y diciéndonos y exhibiendo cada día las cosas que hicieron mal.
Nadie puede ser tan tonto para no reconocer que fue precisamente esa podredumbre la que permitió a López Obrador llegar a ganar las elecciones, más aún, el mismo López Obrador se encargó de elaborar un discurso contra esa corrupción y fue él mismo quien dijo, que de llegar a la Presidencia no sería igual, que él haría las cosas mucho mejor.
Es así que abrumadoramente llegó a ganar las elecciones para ser presidente de la República; su discurso ahora, acusando un día sí y otro no a los adversarios políticos, está empezando a colmar la paciencia de los mexicanos. El torpe manejo del caso Lozoya al convertirse en un litigio de videos y no en un litigio judicial es un camino perverso.
Analizando la situación se puede visualizar el objetivo del presidente; es muy lógico entender que López Obrador quiere hacer enfurecer al pueblo mexicano contra los expresidentes, para poder decirle que estos culpables no pudieron ser llevados a la cárcel porque las leyes actuales impiden juzgar tanta maldad del pasado.
¿Qué ganaría López Obrador con esto? Con ese argumento, decir que hace falta cambiar las leyes y para ello requiere que su partido, Morena, “el partido del Estado”, gane la mayoría en las elecciones de 2021, un plan perverso y malvado porque en el fondo lo que quiere el presidente es un poder absoluto, un cheque en blanco para manipular a su antojo el destino de nuestro país.
Después del video de su hermano y de David León lo que debería sentir el presidente de la República es al menos un poco de vergüenza y explicar porqué su lucha contra la corrupción se basó en el mismo mecanismo de corrupción; qué casualidad que quien dio dinero para la campaña obtuvo el nombramiento de funcionario público en la administración federal, ¿Quién en su sano juicio piensa que esto es una casualidad?
Esta práctica tan añeja en nuestros país tiene hundido al sector energético pues es una práctica común en Pemex, en CFE e incluso otros sectores como el educativo y el de salud, donde el interesado daba dinero y obtenía una plaza vitalicia; es decir, ¡aseguraba su pensión misma!, no solamente el salario durante tu tiempo laboral, pues eso mismo hizo David León; ¡compró su plaza en el gobierno federal! y aquí y en China eso se llama corrupción, y no hay corrupción chiquita ni grandota, se llama corrupción.
Y por otro lado debería explicar el presidente cómo es que su partido lleno de integridad y buenos manejos y buenos modales manejaba millones de pesos en efectivo sin reportarlos a la Hacienda pública; es decir, robando a la nación; porque no pagar impuestos es una manera de defraudar a la nación.
Y también debería explicar el Sr. López Obrador porqué no daba cuenta al Instituto Federal Electoral de dichas aportaciones que el pueblo sabio y fiel depositaba en fajos de billetes de alta denominación (curiosamente). También debería explicar cómo es que un hombre que había sido elegido en la dirección de Protección Civil contaba con las cualidades, conocimientos y experiencia necesarias para la creación de una nueva empresa paraestatal que será la encargada de comprar y distribuir todos los medicamentos.
Por el lado técnico no se ve ningún signo que avale este nombramiento y por el lado moral el manejo de tanto dinero en efectivo sin rendición de cuentas más bien lo hacen sospechoso al igual que a su hermano. Pero de esto seguramente el presidente de la República no dirá ni Pío.
La que tiene la mecha muy corta es la “no primera dama”, le haría bien un poco de serenidad y reflexión, ya que los Doctorados se devalúan cuando los ignorantes los utilizan; Leona Vicario apoyó con su propio dinero la causa de la Independencia. Hay una gran diferencia con la situación de su cuñado, pero la soberbia suele ser la principal consejera de esta mujer que no duda en tratar a los mexicanos como ignorantes cada vez que le da la gana.
¡Dios bendijo a Ciudad Juárez!