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La necesidad del caos

Arturo Castro.- La lectura de las historias clásicas que recrearon nuestras vidas parece que ya pasaron de moda, aquellos libros que se leían y releían, antiguos y contemporáneos, de entretenimiento y académicos. Se nos han ido aquellos textos con los que aprendíamos a ser mejores.

Un libro clásico en las manos, permitía absorber cultura y carácter para predisponer el futuro cercano de cada quien, en anteriores entregas los he mencionado, hoy lo vuelvo a hacer por placer y por contradecir el caos que  la pandemia del Covid-19 nos ha traído, la sociedad globalmente tiene necesidades y compromisos.

El libro es el aliento para vivir otras realidades aunque sean verdades o mentiras, que si bien pueden ser violentas y caóticas, al cerrarlos termina aquella barbarie de una mente imaginaria y magistral que lo escribió.

La lectura en el pasado fue adictiva, invitaba a ser coprotagonista de la historia, se extraña la enseñanza que nos ofreció una formación histérica pero maravillosa, los tiempos han cambiado, la apresurada vida no tiene nada de civilidad, ya se divierte poco la sociedad porque no tiene tiempo.

El espacio cotidiano está plagado de problemas, que van del desempleo, la carestía y las enfermedades no haciendo a un lado la violencia, se terminó el romanticismo para llegar a ser felices los cuatro, dice el famoso cantante Maluma.

La necesidad del caos está presente en la sociedad, si no aparece por sí solo, se inventa personal o socialmente a través de las redes sociales que reproduce un latigazo flagelado, simulando paz y tranquilidad.

Crimen y castigo de Fedor Dostoyevski nos pone a temblar, la historia induce un castigo ajeno por el crimen que cometió en aquel edificio Rodia Raskolnikov, caso contrario, la violencia de hoy se asume como normal y natural.

El caos social vende, se ha convertido en un morbo creado como distractor, la vida parece un circo, desde la pandemia, el comportamiento social y los partidos políticos.

La necesidad del caos es manifiesta, se ha inventado el huachicoleo con decenas de muertos, un robo de medicinas no tan claro, con apagones en gran parte del país por parte de la Comisión Federal de Electricidad e incendios en el metro capitalino, entre otros.

Representa todo un problema escribir desde el silencio como lo hizo Ernest Hemingway con el viejo y el mar, Julio Verne en desde la Tierra a la Luna o Jorge Ibargüengoitia con los relámpagos de agosto, hoy entre el caos y gritos solo se escribe sobre violencia callejera.

Conocer las historias de los niños sin guardería, de encuestas políticas dirigidas, hacen que el instinto explote y no se pueda controlar el dolor de una vida automatizada en donde llega la hora de levantarse de la cama casi al mismo tiempo de acostarse.

Lo viral en este momento son las vacunas anti Covid-19, cada dosis está respaldada por un discurso oficial, el contexto es para introducir temores y asi tener a una sociedad sumisa como lo describió Máximo Gorki en su libro la madre.

El problema del caos, es su reproducción, añorar los problemas ajenos buscando una negación de la realidad, encontrar como Ulises en el clásico la odisea de Homero, escenarios fantásticos con ciclopes y sirenas que hacen volar la imaginación.

Si alguien necesita el caos, solo tiene que ver noticias que van de los monstruos marinos hasta palabras de yo acuso a gobiernos anteriores.