Inicio ENFOQUES Y PERCEPCIONES La necesidad de contener el poder

La necesidad de contener el poder

Soc. Omar Jesús Gómez Graterol. Cuando simpatizamos con alguien y de alguna manera dicha persona nos beneficia, es natural que deseemos que prospere pues estamos conscientes de que su fortuna redundará de una u otra forma en la nuestra. Por lo tanto, a través de diversas estrategias procuramos allanar el camino de estos seres para seguir compartiendo este estado de bienestar.

En el caso de los gobernantes, o figuras públicas, suele pasar lo mismo. Esperamos que gobiernen sin obstáculos u oposición de ningún tipo durante un lapso indefinido. Y en Latinoamérica, donde la tendencia es a elegir autoridades más por afectos y emociones que por razones o propuestas, aquellos individuos o entidades que refuten cualquier iniciativa de los mandatarios con los cuales nos identificamos, inmediatamente los asumimos como enemigos personales y colectivos. De hecho, hasta pedimos ampliar los poderes de nuestros candidatos y limitar los de sus opositores.

El problema con la práctica señalada es que son contados los hombres y mujeres que a lo largo de las épocas supieron autocontrolarse ante ingentes cuotas de mando. Si analizamos con detenimiento incluso muchos próceres históricos al haber llegado a la cúspide cayeron en excesos. Esto lo desconocemos con más frecuencia de lo conveniente puesto que estas acciones han sido oficialmente ocultadas, narradas con sesgos, minimizadas o disimuladas por ciertos relatores con la finalidad de proporcionar una visión romántica de la fundación de nuestras naciones. Pero tal discurso no soportaría un análisis crítico de abordarse las lecturas de esos eventos con herramientas científicas historiográficas efectuadas por historiadores objetivos. Es por ello que la ciudadanía tiende a ignorar que el poderío absoluto corrompe absolutamente.

Es casi norma que uno de los mejores métodos para conocer a profundidad a un sujeto (del género masculino o femenino) es darle la posibilidad de ejercer su voluntad sin frenos. En la región latinoamericana, y en México, personajes del ámbito de lo gubernamental, militar, empresarial, religioso e inclusive de la farándula, por solo mencionar algunos sectores, demostraron y demuestran esta situación.

A varios la fama, así como la capacidad de satisfacer sus pretensiones sin moderaciones de ninguna clase, terminó por perderlos y si acaso no desquiciarlos. Pero, en ello, también acabaron perjudicando a otros que se convirtieron en sus víctimas sin la opción de demandar reparo de algún tipo por las afrentas recibidas y experimentadas.

El tema por lo reiterativo de su manifestación ha sido objeto de estudio en el tiempo para grandes pensadores conservando su vigencia en el presente. Al respecto, cabe resaltar los trabajos del etnólogo, antropólogo y sociólogo francés, profesor Georges Balandier que, en su afamada y clásica obra “ANTROPOLOGÍA POLÍTICA”, presentó una interesante perspectiva acerca del poder.

En su exposición destacó siete características que nos aproximan a un concepto de lo que significa este término no pocas veces incomprendido. Sin embargo, enfatizaremos sobre las tres siguientes:  1.- Está reconocido en toda sociedad humana. 2.- En todas las sociedades, nunca se haya enteramente desacralizado. 3.- Es necesario, pero mantenido dentro de unos límites precisos.

Todos tenemos una idea, aunque sea vaga, de fuerzas impersonales más allá de las que poseemos que condicionan nuestro modo de vivir. Dicho atributo, del que podemos ser partícipes o no, genera en nosotros admiración, temor, fascinación, por lo que fácilmente se cae en la veneración, por no decir adoración de aquellos que, directa o indirectamente, logran cierta influencia en nuestras vidas. Pero, este fenómeno, por el bien de los grupos y sociedades, debe ser contenido para evitar desequilibrios que luego atenten contra los integrantes de la colectividad.

La mayoría de los que tuvieron la plena libertad de cumplir sus deseos, caprichos y/o antojos sin reserva, concluyeron practicando y replicando los males que criticaban y por los que se les dieron esos espacios de acción. Por lo expuesto, la exhortación de adelante es para la totalidad de los seguidores de los dirigentes políticos de la actualidad. 

Si en verdad lo aprecian, apuestan por sus planes de gobierno y sinceramente quieren que sus gestiones sean exitosas, además de dignas de emular, humanícenlos y no eliminen para estos aquellas instituciones o fronteras que los contengan temporal, espacial y personalmente. De lo contrario, continuaremos tropezando con las mismas piedras con las cuales ya hemos venido luchando ancestralmente y despreciando las enseñanzas de la historia.