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¿La justicia es ciega?

Dr. Fernando Antonio Herrera Martínez.- La catástrofe más grande en la historia de México, en el área de salud, es el resultado de una pésima estrategia para enfrentarla. La pandemia resultó barata en términos monetarios, pero muy costosa en vidas humanas.

Estamos a punto de arribar al medio millón de muertos aceptados por la autoridad, aunque los números de muertes, de acuerdo a la estadística esperada, superan el millón, ¡claro!, aparecen como muertes asociadas al Covid.

Con la salud no se puede hacer política; se hace política pública para atender la salud de un pueblo, pero eso no pasó en México, aquí se puso la salud en manos de médicos aprendices de la política. Hoy, apenas hay un poco de esperanza en que las muertes y los contagios bajen de manera continua, pero seguimos expuestos al surgimiento de nuevas cepas.

Falta 20 millones, entre no vacunados y los que tienen el esquema incompleto, y hay vacunas, pero el gobierno sigue trabajando a un paso político que no permite alcanzar las metas. No hay otra opción más que esperar a que la política de gobierno alcance a poner las vacunas, y pareciera que las muertes ya no son novedad sino una simple cifra que se suma todos los días.

El presidente y sus funcionarios no podrán evadir el juicio de la historia, porque quedará en el registro y en la memoria de todos la forma equivocada en que trataron esta pandemia. ¡La historia será implacable!

Terquedades

Todos los presos políticos han sido liberados de prisión, aunque, algunos de manera inexplicable todavía viven la tortura de un brazalete en el tobillo y su casa o la ciudad por cárcel.

Uno quisiera entender por qué habiéndose violado el debido proceso en todos los casos, la autoridad competente no tiene prisa por devolverles su libertad. ¿Acaso no entienden de qué se trata? ¿Son indolentes? ¿Les vale sombrilla el sufrimiento de años en la cárcel como para que todavía se den el lujo de tardarse en reintegrarles sus derechos violentados de manera cínica, flagrante, con alevosía y ventaja?

Es de no creerse que la justicia sea tan ciega como la estatua que tienen afuera de su recinto.

¿Los liberados deben pensar que un brazalete no les estorba? ¿Deben entender que no hay prisa? En el pasado los hundieron violando todas sus garantías y derechos fundamentales, ¿y ahora, no hay prisa? ¿Qué les pasa? Aquí también habrá juicio de la historia. El karma es lento… pero elegante.

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