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La crisis de los desalojos incrementa en Nueva York

Luego de convertirse Nueva York en el epicentro de la pandemia mundial, las heridas provocadas por el COVID-19 no han cicatrizado. Las mutaciones sociales, económicas y políticas, que llevaron a la falta de empleo e ingresos económicos, están teniendo un grave impacto en los desalojos, convirtiéndola en una crisis que en los últimos dos años se incrementó con cifras alarmantes que han puesto a las autoridades en apuros.

Esta crisis global ha tenido un impacto que claramente ha empeorado la pobreza y la desigualdad a nivel local, dejando a miles de personas en situación de calle.

Discutir el tema sobre los constantes desalojos experimentados en los últimos meses en la ciudad de Nueva York, no es solo un asunto de datos estadísticos de personas cesantes y sin ingresos económicos, sino también, de calidad de vida, especialmente en la ciudad más importante de los Estados Unidos.

Casualmente los menos favorecidos siempre han sido los más afectados, y la llegada del virus a la ciudad de Nueva York, realmente no creó este problema, sino más bien, lo empeoró. Una desigualdad sistémica que ha existido a lo largo de varias décadas.

“Revivir este calvario para nosotros los pobres no es nada fácil. Nos recuerda la vulnerabilidad a la que estamos expuestos, especialmente en la pandemia, cuando el año pasado nos quedamos sin un peso, al borde de salir de nuestra casa y dependiendo de las despensas de comida”, dijo Roberta Salas, una ex trabajadora de lavandería.

La Sra. Salas, originaria de El Salvador, con residencia en El Bronx, asegura que “quienes más sufren son nuestros hijos por todo lo que les hacemos pasar”.

Resolver el problema de la vivienda, que es la crisis central vinculada a otras crisis que enfrentan día a día los neoyorquinos menos favorecidos, quizás podría ayudar a resolver problemas como salud mental, personas sin hogar, entre otros, que visiblemente aumentaron con la pandemia.

Con legislaciones aprobadas y rechazadas sobre la moratoria de desalojos, los inquilinos “viven un verdadero dilema”.