Inicio LA OTRA NORMALIDAD Impacto de la deserción escolar

Impacto de la deserción escolar

Jorge Quintana Silveyra.- Anotamos anteriormente el problema de deserción escolar que se presenta actualmente en virtud del modelo virtual o a distancia que se implementó en nuestro país por causa de la pandemia.

Pues ahora este problema se convierte en problema familiar y social. Los niños y las niñas, los y las jóvenes que no están asistiendo a clases, son un factor de crisis familiar y social; si antes, la escuela resolvía en parte la atención a los alumnos y alumnas, al dotarles de un espacio para su educación y recreación en comunidad escolar, ¿ahora qué hacen? ¿A qué dedican su tiempo? ¿Cómo se instruyen? ¿Quién los instruye? ¿Qué alternativa de ocupación tienen?

Son preguntas que alguien debe responder y a las que hay que dar una solución en corto plazo.

¿Qué les ofrecen la sociedad y el Estado para evitar el rezago educativo y la frustración posterior?

Debemos resolver con creatividad y oportunidad el reto de ocupar su tiempo instruyéndose, o se sumarán al ya de por sí precario sistema de vida que enfrentamos en la comunidad, en razón de las diversas manifestaciones de pobreza e inseguridad por las que atraviesa nuestra frontera.

Si no queremos que estos niños y jóvenes sean cooptados por las adicciones y el crimen organizado, habremos de encontrar lo más pronto posible las opciones que mejoren la posibilidad de futuro cierto para ellos.

Pero, tal parece, que al no estar inscritos en el sistema educativo, estos niños, niñas y jóvenes dejan de contar, dejan de ser parte de la comunidad, dejan de existir para el sistema social.

No es con becas como vamos a resolverles el futuro, pues, hasta hoy, no conocemos la evaluación a los programas oficiales que se crearon para otorgarles estos apoyos, por lo que, sin evaluación no podemos corregir o mejorar, mientras ellos y ellas siguen ausentes del interés de todos.

El esfuerzo que diferentes organizaciones de la sociedad civil emplean para ofrecerles a estos niños, niñas y jóvenes es ejemplar, y con esto quiero decir, que merecen nuestro reconocimiento, pero sobre todo, el apoyo financiero y humano que requieren para desarrollar su encomiable labor.

Pero este también es un problema global que estará presentando las consecuencias a muy corto plazo. Si no hay espacio en la educación, sobra espacio en la calle, en la pandilla, en la violencia, en las múltiples amenazas que diariamente enfrentan nuestra niñez y nuestra juventud.

Es momento de tomar conciencia, responsabilidad social, responsabilidad oficial y tornar un futuro incierto en un porvenir mejor, más sano y productivo social y humano para las nuevas generaciones, que son nuestro presente y nuestro futuro cercano.