Alejandro Cortés González-Báez.- El famoso “hoy tengo ganas” es quizás la frase más peligrosa para millones de personas en nuestra época. Lógicamente no para quienes viven en países donde se padece de hambre en forma crónica, pero sí para aquellos otros que gozamos de una realidad que supera a nuestras imaginaciones.
Es muy probable que, a dos o tres cuadras de nuestra casa, tengamos una tienda o farmacia donde podemos comprar algo para tomar y poder saciar la sed: bebidas insaboras (agua embotellada de diversas marcas), bebidas amargas como las cervezas oscuras, claras o mestizas; y otras dulces, en refrescos con sabores muy variados. Y esto solo en lo que se refiere a lo que se puede beber. Si nos fijamos en dulces, chocolates, galletas, botanas y demás, las posibilidades crecen de forma exponencial.
Si vamos a los mercados y supermercados las posibilidades se disparan todavía más, pues podemos encontrar productos nacionales y extranjeros en todos los pasillos, dentro de las áreas de comida, bebida, ropa, calzado, accesorios, limpieza, productos electrónicos, juguetes, material deportivo…
En cuanto a las ofertas de estudios que nos presentan las escuelas y universidades aparece una problemática frecuente para muchos jóvenes que no saben qué carrera estudiar. Y si nos detenemos en temas de creencias religiosas vemos cómo aparecen cada día nuevas ideologías y sectas, además de las ya existentes desde hace miles de años en todo el mundo. ¿Qué podemos decir en lo referente al tema del entretenimiento —incluso dentro del ambiente del hogar— cuando contamos con infinidad de opciones?
Nuestra realidad ha cambiado en los últimos cincuenta años en todos los aspectos de nuestra vida de una forma semejante a lo que le pasa a un recién nacido cuando cambia su hábitat intrauterino por un mundo donde hay luces, colores, sensaciones, sonidos…, realmente es como para volverse loco.
Varios especialistas en pedagogía y psicología afirman que precisamente por eso los pequeñitos necesitan muchas horas de sueño al día, pues requieren ir guardando esa avalancha de datos en casilleros donde han de meter cada parte de la realidad para poder procesarla en sus cerebros. Quizá a nosotros también nos convendría aprovechar esta cuarentena para poner un poco de orden en nuestras “cabecitas locas”.
Estamos viviendo, pues, en una época maravillosa desde los puntos de vista tecnológico, comercial y de mercadotecnia, comparable a la belleza de las Cataratas del Niágara, pero por otro lado, tan peligrosas como sería la caída en esas poderosas corrientes de agua. Conclusión: ¡Qué fácil es caer bajo la dictadura del antojo!
Desde la perspectiva de la educación de los niños este tema es clave, pues a ellos les está tocando vivir en un mundo que parece de magia, y donde cada día es más importante ejercitarnos en las virtudes de la prudencia y la fortaleza, pues se requiere del esfuerzo para sobrevivir de manera inteligente y feliz.