Dr. Arturo Castro.- Imaginar un mundo que escucha, que lee, piensa y razona no debería ser una cuestión utópica, la necesidad del conocimiento hace que la sociedad sea mejor cada día, al igual que los individuos porque enfrentar a diario molinos de viento como lo hizo Don Quijote se ha convertido en una cotidianidad.
Definitivamente existen tiempos de desbordamiento en la historia mundial, se cuentan los sucesos desde el punto de vista de quien los escribe, el legado se forja en la experiencia y en la manera de comunicar, la oportunidad de manifestación está reservada a un número limitado de personas.
Las masas sociales caminan por donde se les indica, sus incursiones en la vida están reguladas por la vida pública que está en manos de la política y del gobierno, alcanza sus deseos al cien, en un mundo delimitado por su propia forma de vida. Prepara su día en base a la realidad existente que es su verdad.
Esta numerosa sociedad vive conforme, la educación quedó en el ámbito básico, se desenvuelve en una economía informal cuando no está en grandes corporativos llamados maquiladoras. Es feliz en su entorno. Escucha, no piensa y sigue lo que dicen los líderes de opinión.
Es una invitación a soñar constantemente en un mundo ideal, sin la preocupación de pensar en soluciones a los problemas que se presentan, desde aquellos que creen en alguna religión hasta quienes les gusta ver el infierno arder.
Es la vida misma que la sociedad tiene con satisfacciones y sinsabores, diversión y novedades, entre menos se conocen las causas y los efectos de los problemas mundiales se tiene una mejor vida en el confort de las noticias que le reflejan una realidad ficticia a manera de verdad.
La relación con el conocimiento le es ajena a los individuos como decía Terencio, la ignorancia es superada generación tras generación, primero los abuelos, después los padres y después ellos mismos, la nostalgia y la costumbre son sus verdaderos sustentos para tener una cultura de sumisión y aguante.
Es la herencia de mantener vivo el pasado en un mundo lleno de ciencia y tecnología que lo lleva a una división social entre los que estudian y los que trabajan, lo que piensan quienes mandan y los que obedecen. Los tlatoanis vigentes en todo momento cubren la ignorancia popular.
Se sigue una línea de conducta con base en los modelos de gobierno, ya sea capitalista, socialista o la combinación de ambas, se esperan los beneficios sociales que otorga el gobierno, que se agradecen como un favor y no como una obligación de atención para su desarrollo y desenvolvimiento.
La sociedad está llena de ocupaciones en casa o en la calle, no tiene tiempo de pensar en la riqueza o en la miseria, considera que su condición es la mejor porque tiene vida, una vida cotidiana y placentera con lo que tiene a manera de patrimonio.
La ignorancia es el espanto del conocimiento, es el temor a repetir los cambios para permanecer igual, los seres pensantes en el mundo son pocos, quienes no hablan, no meditan, no interrogan o no discuten son la inmensa mayoría.
Aunque cuentan con el poder del voto que los hace partícipes de la toma de decisiones fundamentales de la sociedad, se vota con orgullo, como que sienten que se les toma en cuenta y que su voto fortalece un sistema democrático dirigido por el gobierno en turno.
Cuando existe un cambio de partido en el poder es porque quienes están en la élite pensante lo acordaron o lo promovieron por sus acciones negativas en su caso, llámese corrupción o ingobernabilidad. Los electores llegan con orgullo a participar en un proceso electoral.
Todos los días hay cosas nuevas que es difícil digerir, se tiene la idea pero no el conocimiento. La ignorancia le hace la vida más fácil a los individuos, mientras quienes deciden a veces confunden la información y las decisiones tienen cierta parcialidad.
Tal es el caso de Covid-19. En Chihuahua se tienen los focos rojos prendidos por los numerosos casos de contagio y el gobierno federal lo pone en color verde en el mapa nacional porque va a la baja esta pandemia.
Todos los días se oye o se lee algo tenebroso que ocurre en el mundo o en el país, lo digiere la sociedad normalmente porque asume una cultura de violencia en el medio ambiente, la advertencia siempre está presente, la ignorancia hace que pase inadvertida.
El derecho a la ignorancia es considerado para una población abandonada, llena de “malas palabras” ante los oídos castos de los intelectuales y las demás élites sociales. El mundo es un atribulado monstruo que muestra una racionalidad de reversa en el bienestar social.
La ignorancia es la ausencia de un cambio profundo en la sociedad, el sentido común tampoco está presente, es una película que se repite a través de las generaciones, no tiene salidas de emergencia porque no las necesita en base a su verdad de vida. El rico sí sabe que es rico y el pobre no sabe que es pobre.
Es un derecho fundamentado en el poco acceso a la educación que como pirámide solo llegan cinco de cada cien individuos a la universidad, es un derecho con base en el temor social, un entorno de miedo para someter y para apagar cualquier rayo de luz.
El miedo es un subproducto aliado de la ignorancia y del fanatismo, se promueve y empobrece la vida social, convirtiéndose en una seria amenaza para acceder a la razón y al conocimiento que ofrezca una buena forma de vivir.