Raúl Ruiz.- Los precandidatos toman sus lugares en el arrancadero. Se disponen a recorrer el país para convencer al electorado que son la mejor opción para gobernar a los mexicanos.
En algún punto de nuestra patria ya está Claudia Sheinbaum deslizándose cómodamente sobre una pista a la que le llaman “comités de defensa de la 4T”, estructura electoral de cuño morenaco desde donde catapultan a sus candidatos al poder.
Claudia abre su campaña en Veracruz, acompañada por Rocío Nahle, la candidata a la gubernatura, mientras que, la precandidata de la alianza Frente Amplio Por México, Xochitl Gálvez, arranca desde Ciudad Juárez, concretamente desde la Plaza de la Mexicanidad, donde se yergue la enorme equis, obra de Enrique Carbajal González, mejor conocido como SEBASTIÁN.
La euforia azul es incontenible. Mucha euforia, mucho júbilo, mucha alegría. Sin embargo, las elecciones se ganan con votos, y si por las vísperas se saca el día, no se les ven posibilidades de triunfo: la idea de llevar a su adalid a un espacio donde caben con facilidad cincuenta mil personas, no fue buena.
Con una audiencia aceptable, para el punch de los panistas en la frontera, se presentó la aspirante a la presidencia por el Frente Amplio Por México. El panismo local no llega a los 2,000 en su militancia y sin el ejercicio del acarreo, con dificultad podrían reunir siquiera eso.
No hay mucho que comentar, excepto que toda la prosapia azul estuvo presente acompañados de los priistas Adriana Fuentes, su fiel escudero Jorge Gutiérrez Casas, Aldonza González y Mireya Porras. Y por el PRD, Javier Meléndez y media docena de mariposas amarillas.
Tomar la X como símbolo de mercadotecnia no es mala idea. Solo que para que cause impacto entre la psique colectiva, primero tiene que cuajar, como las gelatinas. Y ya no hay tiempo. Y si no cuaja, luego te da un hambre de sed, que te puede producir una diabetes.
¡Nomamespancho!
