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Gobierno popular o populachero

Dr. Arturo Castro.- La cultura de una sociedad se distingue de otras por las características específicas que la describen y que se manifiestan a través del lenguaje, la gastronomía, la vestimenta, entre otros; se convierte en cultura popular cuando la mayoría de sus miembros presentan las mismas preferencias y gustos.

La cultura es todo lo creado por el hombre a manera de definición universal, se encuentra en todos lados, en todos los tiempos y en todas las acciones, tanto individuales como de grupo, realmente es interesante conocer cómo nacen las tradiciones y costumbres al igual que cómo se conservan.

La sociedad propicia su propia historia a través de comportamientos que se repiten una y otra vez, sin tratar de entender bien la lección, mucho menos la elección de representantes a los que solamente conoce por nombre o apodo.

Cuando se trata de castigar, sí lo tiene muy en claro, ya sea a un partido político o a uno de sus integrantes, igual si algún personaje se dice independiente, esto es sin partido político de origen, buscando el llamado voto popular.

Cuando los resultados electorales se presentan aparecen los ganadores y los perdedores, se termina la fiesta en la que hubo discursos, reclamos, camisetas y mochilas, se registra un hastío social de propaganda y propuestas mediáticas sin fondo, mucho menos probabilidades de solución a las demandas planteadas.

Los ganadores se instalan en los poderes Ejecutivo y Legislativo y se disponen a ejercer sus funciones con la satisfacción de tener el respaldo popular, se terminan los abrazos y las sonrisas, las visitas domiciliarias para entrar a los tiempos de la verdad que a veces se convierte en agonía por las quejas sobre lo que hicieron o no hicieron sus antecesores.

Inicia la hechura de políticas públicas en los tres niveles de gobierno bajo la premisa de ofrecer un gobierno popular, cuyas acciones vendrán a darle a la sociedad una mayor solidaridad, mejores oportunidades o un bienestar envidiable, el origen político no importa, se busca la aceptación en general.

Es hora de mostrar la capacidad en la toma de decisiones para obtener la mayor ganancia social, el político o ciudadano que ofreció en campaña honestidad y transparencia se enfrenta al monstruo del sistema existente plagado de corrupción.

El gobierno popular que se anhelaba, entonces atraviesa por aquellas primeras crisis de encontrar los cajones vacíos, tanto de papeles de las acciones realizadas y de recursos económicos gastados antes de tenerlos.

Se encuentran deudas que habrán de pagar no solamente este gobierno, sino los siguientes por venir, aparece la queja obligada por no encontrar la casa en el orden esperado para empezar a hacer el deshacer de lo que hicieron gobiernos anteriores.

Planear destruir lo construido, cambiar de lugar oficinas e instalaciones, dejar de tener un contacto cercano con la sociedad llamada pueblo, viene pues, la toma de acciones antipopulares que para contrarrestarlas se implementarán otras más populacheras.

El gobierno popular es el que tiene la aceptación de la sociedad, el que realiza con responsabilidad una ordenanza de la ciudad, el que construye lo que falta y el que desarrolla políticas públicas de calidad para elevar el desarrollo social,

La administración pública debe tener soluciones a las necesidades y problemas de la comunidad, además de contar con una perspectiva de cumplir aquellas promesas del tiempo electoral. La insuficiencia no tarda en presentarse y sin remordimiento se cambia el ámbito popular por el de populachero.

Gobierno populachero es aquel que regala, que presenta soluciones sin fondo ni forma, es el que es injusto y mentiroso para que todo cambie para permanecer igual, que no permite que se le señalen errores porque cree en la existencia de un pueblo agradecido por tener gobernantes con antecedentes en el Olimpo griego.

La pérdida del respeto a la sociedad se manifiesta, pues, en el desprecio y la falta a la verdad, los postulados populistas aparecen en la actitud merolica que refiere al discurso un poder de persuasión con una gobernanza que nunca llega como tal.

La gobernanza es el contar con un gobierno eficiente mostrado en el producto a la hora de evaluar y no solamente andar persiguiendo funcionarios públicos que lastimaron las finanzas públicas o tomaron decisiones por un manojo de billetes en administraciones pasadas.

La complicidad es de los de antes, los de ahora y los de después de los despueses, como dijese Joaquín Sabina en su canto de trova; no se requiere un gobierno popular, menos uno populachero, se busca aquel que pruebe que es eficiente no solo ante los pobres del país, sino con todos los mexicanos por igual.