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Exquisitamente femeninas

Alejandro Cortés González-Báez.- En estos días han aparecido algunas notas relativas a las Olimpiadas de Tokio en relación a lo que llaman “la hipersexualización de los trajes que usan las mujeres” en algunos deportes y cómo algunos equipos decidieron cambiar ese tipo de atuendo por otros menos provocativos. También se hace referencia a que no todas las competidoras están de acuerdo con cambiar lo que se ha venido usando en estos eventos deportivos. 

Sin detenerme en el tema aquí mencionado, creo que vale la pena hablar un poco no del tan traído y llevado “feminismo” sino de la feminidad. Estamos, pues, ¡ante todo un tema! Resulta evidente que hay mujeres más femeninas que otras, no digo: más mujeres o menos mujeres.

La feminidad viene de lo más profundo del ser y tiene muchas manifestaciones en la forma de contemplar y juzgar su realidad interna y externa. Se hace presente en los tipos de comunicación, tanto verbal como no verbal. La podemos contemplar en las diversas maneras de socializar. 

En un pequeño, pero gran libro, titulado “Lo femenino, género y diferencia” Carlos Goñi Zubieta expone, partiendo de la observación de la vida cotidiana, temas muy interesantes, como por ejemplo: En cuerpo y alma; las edades de la mujer; un toque femenino; la intuición femenina; la casa; la cocina; el vestido; el maquillaje; el perfume; el espejo; los detalles; los regalos; las compras; las relaciones sociales; el teléfono; las amigas; los hijos; el marido; el amor; la sexualidad femenina; el humor; la religiosidad; las costumbres; al volante… 

El autor, con gran respeto y admiración maneja estos temas con una clara sencillez. Me quedé un poco decepcionado al no encontrar los temas de: el tiempo y la lealtad; que a mi parecer son de suma importancia. 

Dice Goñi en el prólogo: “Al estar escrito por un hombre, lo femenino aparece, en este libro, en continua referencia a lo masculino. Algunas veces femenino y masculino se contraponen, muchas otras coinciden y casi siempre se complementan. Las mujeres y los hombres, no forman dos grupos aislados, dos continentes separados, dos culturas opuestas, no viven en dos mundos distintos —aunque vean el mundo de diferente manera—, sino que conviven y colaboran en la misma realidad”.

Cuando se refiere a las relaciones sociales afirma: “Las mujeres son buenas en las relaciones públicas. Generalmente son ellas las que organizan la vida social de la familia, las que la impulsan y la mantienen. En este sentido, el hombre es más resistente a la soledad, dibuja la sociedad, pero no la colorea.

“Esto no significa que una sociedad compuesta solamente por mujeres sea más dinámica o funcione mejor. No, ni mucho menos. La sociedad como toda realidad necesita la cadencia masculina y femenina para respirar. Como la palabra, que sería imposible pronunciar sin vocales… Por eso, en las relaciones sociales son ellas las que ponen el color, el ritmo y la rima”. 

¡Lástima que no pueda copiar todo el libro en este artículo!

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