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Entregando su vida redime al pecador

“-Así como el Padre me conoce y Yo al Padre- y pongo mi vida por mis ovejas” (Jn 10,15)

Antonio Fernández.- Jesucristo Nuestro Señor da conocer que ante la agresión de la soberbia maligna, la defensa de la conducta humana está en dominarla imitando su humildad y mansedumbre.

Para ello se describen dos puntos de su enseñanza: “Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo y diente por diente”, significa ir a la venganza, al desquite, a satisfacer el “yo” del poder, a la represalia, el imposible perdonar, a olvidar la pacificación del ímpetu para detener la agresión, sea provocada o accidental, contra el prójimo cuando la pasión es dueña del impulso ¡Qué difícil detenerla!

San Juan clarifica el mandato divino para contener la ofensa agresora de un alma, por la razón que sea no le es justificado perder el control de sí mismo para atacar y agredir, degradar, denigrar u ofender físicamente, incluso arrebatar la vida.

Lo saludable para toda alma es la humildad ante la injusta agresión del que la recibe como el que la inicia, es dar un paso atrás y frenarse.

Instruye el Señor: “Mas Yo os digo: no resistir al que es malo; antes bien, si alguien te abofeteare en la mejilla derecha, preséntale también la otra”.

Y como conclusión de su palabra, dado que la del Señor es verdad y ejemplo a seguir, previene a los siglos: llevado a la casa del sacerdote Anás y ser interrogado, las acusaciones son sinrazones, injustas y contradictorias, dijo: “¿Por qué me interrogas a Mí? Pregunta a los que han oído, qué les he enseñado; ellos saben lo que Yo he dicho. A estas palabras, uno de los satélites que se encontraba junto a Jesús, le dio una bofetada, diciendo: ¿Así respondes Tú al sumo sacerdote? Jesús le respondió: Si he hablado mal, prueba en qué está el mal; pero si he hablado bien ¿por qué me golpeas?”

El Señor pide paciencia y docilidad, la humanidad no escucha, no tiene deseos de tomar para sí la enseñanza del Señor, no fija su atención en ello porque a su “Ego” le resulta infantil, aniñado y vano, porque el agresor necesita satisfacer su “Yo” por ser “ofendido”.

Reza el Señor en el Sermón de la Montaña: “Bienaventurados los mansos, porque heredarán la tierra” y San Agustín reafirma la enseñanza del divino Maestro: “Pelean los que no son mansos y se disputan las cosas temporales, pero siempre serán bienaventurados los humildes, porque ellos heredarán una tierra de donde nadie los podrá arrojar”.

¿Podremos comprender y asimilar que Jesucristo Nuestro Señor siendo Dios, pudiendo defenderse y vencer las injustas acusaciones y castigos a su divino cuerpo por sus enemigos, no lo hizo? ¡Claro que podía y puede hacerlo! San Juan revela que la redención de la humanidad es obra de su misericordiosa mansedumbre.

Reza el evangelio: cuando al Señor, una gavilla de gente del sanedrín dirigidos por Judas Iscariote con un beso lo entrega para ser tomado preso, vino una reacción de quienes venían con Él: “Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la desenvainó e hirió a un siervo del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. El nombre del siervo era Malco. Mas Jesús dijo a Pedro: Vuelve la espada a la vaina, ¿no he de beber el cáliz que me ha dado el Padre?”

Mateo explica con detalle este momento en que el Señor tranquiliza la pasión e hizo razonar a los exaltados: “Vuelve tu espada a su lugar, porque los que empuñan la espada, perecerán a espada. ¿O piensas que no puedo rogar a mi Padre y me dará al punto más de doce legiones de ángeles?”

Jesucristo Nuestro Señor manifiesta a los siglos que su predicación es ejemplo y obra, así ha de entenderse la norma pronunciada por Él en el Sermón de la Montaña.

Y aunque muchos pongan en duda la palabra del Señor por su incredulidad, su enseñanza es siempre actual: “Los que empuñan la espada, perecerán a espada”. Dicho de otra manera se entiende del Señor: “el que ha hierro mata, a hierro muere”.

Ahora bien, ¿Por qué la acusación corrió por boca del sanedrín calificándola de ridícula? “Si alguien te abofeteara en la mejilla derecha, preséntale la otra”. El Sanedrín estaba a la espera del Mesías que le diera el poder del mundo, primero expulsar a los romanos de Israel para ellos ocupar su lugar llevando como caudillo al Mesías.

Los pueblos del mundo eran paganos, idólatras y supersticiosos, pero guerreros, les llamó la atención lo del Mesías con poder y temieron, pero cuando supieron que ese Mesías era Jesucristo Nuestro Señor enseñando a Israel a perdonar al prójimo, a poner la otra mejilla cuando te golpean, se rieron del pueblo judío y decían: ¿Con ese caudillo nos vencerán? Siendo esta la acusación por la que el sanedrín lo desconoció y rechazó, despreció y negó la divinidad a su propio Mesías.

Para reflexión de este hecho en el que muestra Cristo Nuestro Señor ser el Pastor que da su vida por sus ovejas, es valorar y profundizar que el Señor fue dando paso a paso, camino a la redención de las almas.

Él sabía cómo sucederían las cosas, cada acontecimiento sea para el cristiano católico una enseñanza para retornar no solo la vista y los sentidos, sino el alma y corazón al Señor que entregando su vida redime al pecador.

hefelira@yahoo.com

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