Lic. Maclovio Murillo Chávez.- Asesinar y destruir el sistema democrático que en nuestro país fue edificado sobre los rudimentos e ideales que emergieron de la dolorosa etapa post-revolucionaria –que mucha sangre costó al pueblo de México–, así como instalar un nuevo modelo de dictadura con las características muy similares a las de los regímenes cubano y venezolano, que evidentemente son mucho más tóxicos y dañinos que la dictadura o tiranía del ex-presidente Porfirio Díaz, es muchísimo más fácil y sencillo de que lo que pudiéramos imaginar. Ya está dicho: destruir es fácil, construir es lo difícil.
La actualización de esa realidad, sin duda solo es posible cuando el pueblo lo permite, pero hemos visto que aunque pareciera no posible, objetivamente el pueblo ha sido permisivo o por lo menos apático, cuando actuando bajo el deslumbre y engaño de un perverso liderazgo, cede irresponsablemente lo que tanto trabajo ha costado construir a generaciones pasadas, pues también ya está dicho que nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido.
En México, las condiciones se van dando irremediablemente, para pasar de una democracia en desarrollo a un sistema tiránico en el que solo una persona o grupo de personas en la cúspide del poder, sean los que manden en todo, se adueñen de la verdad absoluta y cancelen la posibilidad de elegir gobernantes a través del sufragio libre; sean cosa menor los derechos humanos y quede desmantelado el régimen de libertades en que hemos vivido –al menos las últimas décadas–.
¿Por qué se afirma lo anterior? La afirmación en cuestión se sustenta en que el actual régimen ha realizado los pasos que irremediablemente conllevan a lo antes señalado, pues vemos objetivamente lo siguiente:
1.- Se ha fomentado desde la cúspide del poder de forma sistemática, la división y confrontación entre ricos y pobres, lo cual, en los sistemas comunistoides tiene un nombre y es la llamada lucha de clases que necesariamente debe llevarse antes de la instalación de la dictadura.
2.- Se ha dejado a un lado el apoyo a los grupos vulnerables para capacitarlos e integrarlos a la planta productiva para que puedan generar sus propios ingresos y así lograr su desarrollo individual, sustituyendo esa importante labor del Estado por el otorgamiento de apoyos económicos a los más pobres, con la exclusiva finalidad de que dependan de ellos y así mantenerlos cautivos a favor del régimen, pero sin generar empleos ni capacitarlos para desarrollar algún trabajo.
3.- Se ha establecido lo que se dice es la dictadura del pueblo, donde supuestamente “el pueblo es el que manda”, principio este que los comunistas definían como “la dictadura del proletariado”, pero que no es más que la dictadura de los gobernantes en realidad.
4.- Se ha terminado con el principio de la división de poderes y los órganos autónomos que podían servir para controlar el ejercicio del poder, como es el Poder Judicial de la Federación, especialmente una Suprema Corte autónoma e independiente y un Congreso de la Unión con esas características, entre otros.
5.- Se ha militarizado al país, otorgando a las fuerzas armadas las tareas de seguridad pública e investigación de delitos, manteniendo “motivados” a los altos mandos con la asignación de tareas ajenas a esa institución, solo con el propósito de que obtengan jugosas recompensas económicas, comprándose así su lealtad incondicional, para que jamás vayan a pasarse al lado del pueblo y acaten sin chistar las órdenes de los gobernantes en turno.
¿Qué sigue?
De ahí sigue la cooptación total de los medios de información pública en general, para darle voz exclusivamente a la propaganda del gobierno; luego viene la prohibición de usar las redes sociales y enseguida viene el apoderamiento del Estado de las empresas y la propiedad privada a través de las expropiaciones, para financiar al gobierno y así este pueda continuar generando más pobreza en lugar de empleo y arrojar “limosnas” a los más pobres para hacerlos creer –engañosamente– que es gracias al gobierno que pueden tener al menos algo de comida.
Luego vendrá la fuga masiva de capitales internacionales y nacionales, la migración de las empresas a otros países con mayor respeto a las libertades y con eso, el país caerá en picada económica.
Hasta entonces, el pueblo en general comenzará a dejar de recibir las limosnas del gobierno y en ese momento se dará cuenta del engaño y empezará irremediablemente a sufrir el hambre y carecerá de lo más básico.
Cuando esto último suceda, el pueblo va querer expulsar a los gobernantes, pero se encontrará con el hecho inevitable de que ya no es posible hacerlo por la vía democrática porque los órganos que libremente realizaban las elecciones, estarán ahora, a su vez, controlados por el mismo régimen hegemónico. La generalidad del pueblo, entonces, añorará el sistema que hoy se está destruyendo.
Y ya cuando esté cansado el pueblo y sin esperanza, conforme a las reglas del devenir histórico, vendrá sin duda una nueva confrontación armada, para regresar a donde comenzamos.
Ese es el duro pero objetivo pronóstico realizado con base a los indicadores que estamos observando. Ojalá no sea así, el pueblo guiado por nuestro Padre Celestial tiene la posibilidad de frustrar los planes de los perversos.
¡Así, es cuanto!